Los estudiosos del narcotráfico como fenómeno han acuñado el término “efecto vejiga” para referirse a que cuando se aprieta por un lado entonces la burbuja sale por otro lado.
Aplicado al narcotráfico esa expresión implica que los carteles siempre andan buscando la forma de mantener su negocio ilegal a flote y cuando se le cierran rutas o alternativas, buscan otras.
En los últimos años República Dominicana ha sido exitosa en su lucha contra los modelos de narcotráfico imperantes y así le ha sido reconocido por las agencias internacionales y los gobiernos de los grandes mercados de consumo.
Han sido golpeadas de manera contundentes rutas y estructuras que por años operaban bajo el radar, pero que eran tan o más fuerte que aquellas que ganaban grandes titulares.
Los conocedores del narcotráfico saben que la estelaridad pública es el preámbulo a la caída de los grandes capos y que sus grandes momentos de gloria se dan siendo desconocidos.
Los golpes dados a estructuras enquistadas en el norte y el este del país, vinculadas a carteles poderosos de México y Colombia, no ha eliminado el negocio ilícito pues República Dominicana es apenas una pieza del sistema de combate global al narcotráfico.
Por tanto, los carteles de la droga buscan alternativas para eludir las rutas y mecanismos que las autoridades dominicanas le han debilitado.
Hacemos un llamado a la atención a las autoridades, que han mostrado eficiencia en el combate del narcotráfico, que pongan su mirada en el sur del país que al parecer es por donde está estirándose la vejiga.
Los que ayer eran pequeños o subalternos empiezan a crecer ante la caída de sus antiguos jefes y muchos de ellos están instalados en el sur, algunos son hijos o sobrinos de antiguos legendarios narcotraficantes.
También se han ido instalando en el sur otros narcotraficantes que han sido retornados al país luego de haber cumplido sus condenas en Estados Unidos, pero que a su regreso empiezan a volver a sus andanzas.
República Dominicana ha podido exhibir muchos éxitos en el combate al narcotráfico, pero no hay tiempo para celebrarlos porque los carteles no duermen ni se rinden.