El mes que concluye tuvo una importancia vital. Hubo tres escenarios con discursos: la patria, a través de la historia, el gobierno y la oposición. Todos, desde su particular punto de vista, plantearon su realidad.
Una realidad que tuvo como punto común el país, la dominicanidad; y el camino correcto que debe seguir o mantenerse en la nación.
Afortunadamente, desde todos los escenarios, impera el discurso del optimismo.
Hacia dónde debemos caminar.
Indudablemente que contamos con las mejores intenciones, con discursos de buena voluntad, con planes y promesas a la orden del día; y sobre todo, con oídos atentos, con ojos que escudriñan más y voces de alerta, que advierten a tiempo, para que no se pierda del todo el rumbo, o se pueda corregir a tiempo.
La historia nos guía. Acabamos de celebrar días fastos por el 203 aniversario del natalicio de Juan Pablo Duarte, el 173 aniversario de nuestra independencia; y de manera especial, el bicentenario del nacimiento de Ramón Matías Mella, quien convirtió su espada en “la divisa del honor y del deber”.
El cierre de este mes, con una visión desde el Estado, estuvo en la voz del presidente Medina, con la rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional. Se trató de una visión optimista.
La historia nos hace volver los ojos a las acciones y valor de los hombres que nos legaron la libertad. La oposición mantiene su verticalidad; y su crítica también es justa y necesaria.
Vivimos tiempos de pluralidad. El país necesita, con este concierto de voces, avanzar hacia un futuro de verdad y certidumbre, y como ya hemos dicho: donde prime el imperio de la ley y el respeto absoluto de la Constitución, madre de todas las leyes.