El mercado y la libertad

El mercado y la libertad

El mercado y la libertad

Rafael Chaljub Mejìa

No digo que Javier Milei sea loco. Respeto al pueblo argentino y si dijera algo así, estaría diciendo implícitamente que más locos son los argentinos que lo eligieron. Además, algo tendrá ese señor que llegó a la presidencia de un país como Argentina.

Ante un pueblo hastiado de una larga crisis, Milei se hizo aparecer como lo nuevo y si es verdad que en él hay un estilo estrafalario fuera de lo habitual, todo lo hace en nombre de mentiras y falsedades viejísimas, puestas en boga hace ya muchos años por los pregoneros del neoliberalismo.

Ejemplo. Dice Milei que hay que eliminar lo público, echar el Estado a un lado y debilitarlo, para que todo quede bajo el mandato y la regulación del mercado libre. Una de las más grandes mentiras convencionales del neoliberalismo.

Es falsa la palabra libertad en boca de un partidario cerrado del Dios mercado, que es una de las principales fuentes de opresión en el presente. Porque ya el mercado libre no existe.

Pudo hablarse de mercado libre en los tiempos del capitalismo de libre competencia, cuando gran cantidad de productores pequeños y medianos ofertaban sus mercancías, competían, aunque con fraudes y trampas incluidos, en base a la ley de la oferta y la demanda, sin que ninguna empresa fuera lo suficientemente poderosa para someter a las demás y establecer su monopolio.

Ya eso cambió hace mucho más de un siglo, porque con el surgimiento del capitalismo monopolista y su consecuencia directa, el imperialismo, desapareció esa “democracia” mercantil.

Ahora, el mercado está manipulado y controlado por unas cuantas corporaciones transnacionales y unas pocas potencias que controlan la economía mundial, esclavizan a los países débiles, condenan a la esclavitud asalariada a los trabajadores y convierten en verdaderos esclavos a los consumidores de mercancías.

Entonces, Milei habla de libertad entre alabanzas al mercado, que es uno de los principales factores de opresión.

Y como el monopolio económico tiende a engendrar la anulación de la libertad política, el mismo “libertario” que en nombre del culto al mercado, habla de la libertad, intenta suprimir todos los derechos democráticos hasta imponerles a los argentinos el requisito absurdo de que para reunirse más de tres personas en la vía pública tengan que obtener un permiso previo de la autoridad.

Afortunadamente, parece que los argentinos, con su clase obrera organizada como núcleo, empiezan a reaccionar y la contundente protesta del pasado miércoles 24 así lo demuestra.