La pandemia, llevada y traída, tiene a muchos de protagonistas y a muchos de víctimas. Entre los más destacados de quienes han tenido que vérsalas con esta variedad del coronavirus, hay que contar a los médicos, que hoy celebran su día en el país.
Enhorabuena.
La exposición al peligro, los temores al entrar y salir de los centros de salud, la incertidumbre de no saber si en su organismo, en sus ropas o en las uñas estaban llevándole el contagio a sus familiares, ha sido su día a día.
Pero también, gracias a esta exposición cotidiana al germen, son muchas las destrezas alcanzadas por el personal de salud en el manejo del paciente de la pandemia. Nada hay tan negativo que no pueda llevar en sí mismo una lucecita para iluminar en la oscuridad.
Y entre aquellos primeros días, en los que las esperanzas de quienes notaban el quebrantamiento de su salud parecían limitarse a los centros acondicionados para tratar a los contagiados, como el hospital militar Ramón de Lara, en la Base Aérea de San Isidro, hoy día los lugares para dar atenciones básicas están por todas partes y, por cierto, cubiertos por profesionales habilitados en la batalla de cada día.
Así sea una vez al año, es cierto, sea este su día para mostrar la mollera ante el médico, que equipado apenas con su ética, se arroja a la batalla, y aunque unas veces pierde, de la derrota saca la experiencia y, desde luego, otras veces gana y el acierto lo hace proficiente y útil.