La gerencia de Tampa Bay volvió a lucirse al llegar a la Serie Mundial con una de las nóminas de pago más bajas en las Grandes Ligas.
Cuando en 2008 llegaron por primera vez a la Serie Mundial frente a Filadelfia se convirtieron en el equipo con la nómina más baja de la historia en llegar al Clásico, con relación al promedio de Grandes Ligas. Empezaron el 2008 con US$43,820,598, representando sólo el 49% del promedio de las mayores.
El récord anterior lo tenían los Rockies del 2007, cuya nómina de US$54 millones representaba el 66% del promedio de Grandes Ligas.
Esta vez, Tampa Bay llegó a la Serie Mundial con la tercera nómina más baja de las Grandes Ligas. Aún así tuvo el segundo mejor récord de las Mayores (40-20), solo por detrás de los Dodgers (43-17). En la postemporada lograron vencer a equipos más ricos como Toronto (2-0), Yanquis (3-2) y Houston (4-3).
La pregunta que se hacen muchos es: ¿Cómo lo hacen? Lo logran basados en un plan gerencial que consiste desarrollar el talento propio de la organización; traer a cambio a lanzadores con brazos fuertes en desarrollo como Tyler Glasnow, Peter Fairbanks, o un descarte como John Curtiss, quien llegó como invitado a los entrenamientos, luego de ser dado de baja por Filadelfia, y tuvo 3-0 y efectividad de 1.80.
También buscan jugadores que por falta de confianza no cumplieron con las proyecciones de ser estelares, como Manuel Margot y Randy Arozarena.
Esas son algunas de las fórmulas que utilizan para lograr el éxito, invirtiendo menos que los demás. Su accionar gerencial ya supera al famoso Moneyball, de los Atléticos, por ser más barato y tener mejores resultados.