En una sociedad inundada de información, la figura del periodista y comunicador como líder de opinión adquiere una relevancia crítica.
Estos profesionales no solo informan, sino que también interpretan y contextualizan eventos, ayudando al público a entender el mundo que les rodea.
La responsabilidad que conlleva esta labor es inmensa, pues sus palabras pueden influir en opiniones, decisiones y hasta en el curso de la política, la economía y otros temas que pueden incluso parecer triviales.
El periodismo y la comunicación juegan roles fundamentales en la construcción de una sociedad informada. Los periodistas son los encargados de investigar, verificar y difundir hechos con rigor y ética, proporcionando al público la información necesaria para tomar decisiones informadas.
Ante la abundancia de comunicadores, fruto de la democratización de los medios, y viviendo en una Era de desinformación y noticias falsas, la labor de estos profesionales es más crucial que nunca.
Zygmunt Bauman, un sociólogo polaco, desarrolló el concepto de «modernidad líquida» para describir la naturaleza cambiante y fluida de las sociedades contemporáneas.
En su obra, Bauman contrasta esta modernidad líquida con la «modernidad sólida» de épocas anteriores, caracterizada por estructuras sociales más estables y duraderas.
Dentro de las principales características de la sociedad líquida, según Bauman, están la flexibilidad y cambio constante, Inseguridad e incertidumbre, relaciones interpersonales frágiles, individualización, consumo y cultura de lo efímero, debilitamiento de las instituciones, no tener esto en cuenta es no saber hacia cual ruta se lleva a los ciudadanos cuando se ejerce ese liderazgo de opinión.
Aunque Bauman dibuja claro en su obra cómo las viejas certezas y estructuras se han disuelto en una Era de globalización, avances tecnológicos y cambios culturales rápidos, parece ser que algunos no están conciente de como contribuyen en ayudar a hacerle entender a la sociedad sobre cómo vivir en una sociedad donde la única constante es el cambio mismo, y cómo esto afecta la identidad, las relaciones y la cohesión social.
Quienes alcanzan la categoría de ser llamados «líderes de opinión», la adquieren porque tiene la capacidad de formar opinión pública, esto al ofrecer análisis y opiniones fundamentadas que pueden guiar a la sociedad hacia una mejor comprensión de temas complejos.
De igual forma, pasan a ser unos fiscalizadores del poder puesto que son una especie de vigilantes de los poderes públicos y privados, denunciando irregularidades y defendiendo los derechos ciudadanos.
Ese liderazgo desde los diferentes medios, también implica una capacidad especial para fomentar el diálogo y el debate en temas de interés general, contribuyendo a la diversidad de perspectivas y al enriquecimiento democrático. Si, parece de película, pero la responsabilidad de un líder de opinión es doble: con la verdad y con su audiencia. Para cumplir con esta responsabilidad, es esencial adherirse a principios éticos sólidos.
Dentro de estos principios están la veracidad y precisión, ya que la información debe ser rigurosamente verificada antes de ser publicada o verbalizada. La precisión es fundamental para mantener la credibilidad.
Puede, además, parecer muy difícil, pero la imparcialidad y objetividad, están dentro de las prendas que adornan a un líder de opinión. Aunque es natural tener opiniones, es crucial presentar los hechos de manera balanceada.