El lado oculto de decir siempre que sí: una herida emocional silenciosa

Santo Domingo.- Decir “sí” de forma constante puede parecer, a simple vista, una señal de amabilidad, cortesía o disposición positiva. Sin embargo, la psicología revela que, en muchos casos, esta conducta obedece a patrones emocionales profundos como el miedo, la necesidad de aprobación o una baja autoestima.
A continuación, exploramos qué puede estar detrás de esa actitud complaciente, según expertos en salud mental:
Miedo al rechazo o al abandono
Muchas personas temen que decir “no” provoque enojo, decepción o rechazo en los demás. Este temor suele tener raíces en experiencias tempranas, relaciones codependientes o una historia de invalidación emocional. El resultado es una necesidad casi automática de evitar cualquier situación que amenace el vínculo con otros.

Necesidad de aprobación
Para algunas personas, complacer es una forma de obtener validación. Sentirse útiles o agradables se convierte en la vía para ser aceptados y queridos, lo que puede llevarlas a priorizar los deseos ajenos sobre los propios, incluso a costa de su bienestar.
Baja autoestima o dificultad para establecer límites
Quienes no se sienten con derecho a expresar sus propias opiniones o necesidades tienden a ceder fácilmente ante los demás. Esta actitud suele estar acompañada de una dificultad para priorizar el autocuidado y poner límites saludables, lo que genera desgaste emocional.
Ansiedad social y evitación del conflicto
Enfrentarse a un desacuerdo o contradecir a alguien puede ser altamente angustiante para quienes sufren de ansiedad social. Por eso, decir “sí” se convierte en una estrategia para mantener la paz, aunque implique sacrificios personales.

Condicionamiento cultural o familiar
En contextos culturales muy conservadores o colectivistas, la complacencia es vista como una virtud, especialmente en mujeres. Desde temprana edad, se les enseña que ser “buena persona” significa no generar problemas, no cuestionar y ante todo, no confrontar.
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Joan Noboa, psicólogo clínico, explicó que: “Desde el enfoque sistémico de Virginia Satir, una de las mayores referentes en el ámbito de la comunicación, podríamos decir que nos topamos con una persona con un estilo apaciguador. Es decir, alguien que intenta complacer a los demás, incluso llegando a asumir responsabilidades de cosas que no ha hecho. Su objetivo es evitar el conflicto, aunque eso implique negarse a sí mismo”.

Además, agregó: “Esto revela estrategias de afrontamiento desadaptativas. Es necesario trabajar habilidades sociales y la regulación emocional, entendiendo que ese estilo alguna vez le funcionó, pero hoy ya no es útil. Evita conflictos, sí, pero al precio de su propio bienestar”.
Consecuencias de este patrón
Estrés emocional y físico por sobrecarga
Relaciones desequilibradas o dependientes
Pérdida de identidad (“ya no sé lo que quiero”)
Dificultad para tomar decisiones
Resentimiento acumulado
¿Cómo se supera esta conducta?

La psicoterapia —especialmente desde enfoques como la terapia cognitivo-conductual o la centrada en la autoestima— ayuda a:
Reconocer el origen del miedo a decir que no
Establecer límites saludables
Reforzar el derecho a tener deseos y opiniones propios
Desarrollar asertividad: expresar lo que se piensa y siente con claridad, sin agresión ni sumisión
Decir “no” también es un acto de amor propio.

Decir “sí” constantemente no siempre es un signo de bondad. A menudo es una forma de protegerse del conflicto a través de patrones aprendidos y no resueltos. Aprender a decir “no” con respeto es también una forma de crecimiento emocional, de sanar, y sobre todo, de empezar a respetarse a uno mismo.