El Juego del Calamar en RD

El Juego del Calamar en RD

El Juego del Calamar en RD

German Marte

Estoy seguro de que ya muchos de los lectores de EL DÍA han visto o escucharon hablar sobre “El Juego del Calamar” (“Squid Game”), la popular serie surcoreana que ha batido récords de audiencia y ganancias extraordinarias a Netflix.

“El drama lleva a los espectadores a un viaje de gran suspense a lo largo de nueve episodios en los que un grupo de personas (456) sumidas en deudas y desgracias personales ingresan a una serie de seis juegos de supervivencia, inspirados en típicos juegos de niños de Corea del Sur”.

“Los perdedores morirán mediante un despiadado proceso de eliminación, y el único ganador se llevará 46,5 billones de wones surcoreanos (alrededor de US$40 millones)”, y por esa suma harán lo que sea para ganar.

Básicamente “El Juego del calmar” es una historia de violencia, traición y desesperación, donde los jugadores luchan a muerte (literal). Muestra de qué es capaz un ser humano cuando se ve vencido y excluido, ahogado en deudas, “sin salida”.

“El juego del calamar” es ya la serie más vista de Netflix en al menos 90 países, y aunque está ambientada en Corea del Sur, la historia puede ser extrapolada a cualquier lugar de Latinoamérica, y más en países como República Dominicana, donde definitivamente el sistema ha fracasado, pues a la par del crecimiento económico aumenta la desigualdad. Allá como aquí impera el sálvese quien pueda.

Tenemos un ejército de seres humanos derrotados, jóvenes y viejos excluidos, sin futuro, pero a los cuales se les invita e incita a consumir más y más, a estar a la moda, disfrutar la vida “ahora”, a “buscársela comoquiera” en una frenética carrera destinada al fracaso. Multitudes de vidas rotas.

“El juego del calamar” surge en Corea del Sur, pero se juega a diario en los barrios de Santo Domingo, donde abundan los sicarios “desacatados”, hombres desechables y dispuestos a romperle la cabeza a cualquiera “pol mi cualto” (como dicen ellos).

En Los Mina, en Guachupita, Capotillo o Gualey y otros barrios marginados es fácil conseguir un “jugador” dispuesto a todo por un par de miles de pesos, como los bandidos que le echaron ácido del diablo a la joven Yocairi Amarante. Pero también los hay en el Congreso, en el gobierno, en la oposición, y en el lugar que usted menos se imagina.

“El Juego del calamar” desnuda esa parte oscura de la naturaleza humana, también la profunda desigualdad socioeconómica que hay entre los ciudadanos de Corea del Sur, un país “modelo” de nación desarrollada. El drama en nuestros países supera a la ficción de la serie.

Por eso, aunque por el momento sea una utopía, creo que aquí como allá es preciso enderezar el rumbo y acelerar el paso hacia una sociedad menos desigual, menos excluyente, sin privilegios irritantes para legisladores, altos funcionarios, donde se castigue a los corruptos sean del sector público o del privado.

Una sociedad donde haya una mejor distribución de la riqueza, donde se premie el mérito y el trabajo. Donde se castigue a los depredadores.

Solo así se podría evitar que haya cada vez más dominicanos dispuestos a participar en el cruel y despiadado “juego del calamar” a la criolla.



German Marte

Editor www.eldia.com.do

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