“Hay un país en el mundo, ubicado en el mismo trayecto del sol”, donde pueden ocurrir cosas tan absurdas como que Odebrecht lleve a un arbitraje internacional a un Estado al que ella misma confesó haber engañado al pagar sobornos para obtener contratos para la construcción de obras públicas.
La empresa más desacreditada a nivel internacional, por corrupta, tiene el tupé de pretender mantener su “modus operandi” en República Dominicana, donde los ejecutivos de la constructora brasileña no están siendo procesados gracias al pago de una multa cuyo monto podría ser calificado de “caja chica” frente a los volúmenes que manejó en el país.
La multa la pagará en “cómodas cuotas” y será usada para construir una cárcel, pero de seguro que allí no habrá ni un carioca.
Se podrían sumar los montos de lo que robaron todos los ladrones que están en la cárcel de La Victoria y que serían trasladados a la cárcel que se construirá con la multa de Odebrecht y no alcanzarían a la cantidad envuelta en los actos corruptos atribuidos a la empresa brasileña y a sus cómplices dominicanos.
Sin embargo, es Odebrecht la que hace que el Estado dominicano vaya a los tribunales, en un intento de cobrarle un sobrecosto de 708 millones de dólares a unas plantas cuya construcción fue contratada en 1,945 millones.
De ser obligado por una corte a pagar aunque sea un centavo adicional a Odebrecht, República Dominicana se convertiría en el “hazmerreír” de la región, en la burla de todos.