El primer capítulo de la vida democrática del país, luego de la dictadura de Trujillo, lo encabezó el gobierno del presidente Juan Bosch, que regresó del exilio y ganó las elecciones de 1962 para gobernar por un periodo de cuatro años.

El gobierno, que culminaría en 1966, terminó abruptamente en septiembre de 1963, derrocado por un funesto golpe de Estado que encabezó un ala de las Fuerzas Armadas, reducto de la pasada dictadura.

Ese capítulo se ha repetido hasta este siglo en diversos países de la región. El último, aunque bajo otra modalidad, ocurrió en Paraguay, con la salida de Fernando Lugo de la Presidencia.

En el caso nuestro, hay mucho que decir todavía. Y mucho que aprender y enseñar.

No es una fecha que los dominicanos debemos conmemorar, pero hay que fortalecer la historia, insistir en recordar esta fecha, saber todo lo que perdimos los dominicanos durante ese periodo que debimos vivir en democracia; lo que sufrimos durante el subsiguiente lapso bélico y, sobre todo, por la pesadumbre de los gobiernos que vinieron luego.

Afortunadamente, vivimos plenamente bajo un sistema democrático, pero nos costó muchas noches grises.