
Lo que hace tan solo unos meses recorrió el mundo por su tensión, hoy pareció una reunión entre viejos amigos. Esta vez no hubo ceños fruncidos ni salidas abruptas. En su lugar, sonrisas, apretones de manos firmes y hasta carcajadas marcaron la nueva escena entre el expresidente estadounidense Donald Trump y el presidente ucraniano Volodímir Zelensky, durante su encuentro de este lunes en Washington.

La bienvenida fue cálida. Trump recibió a Zelensky con su gesto característico: manos entrelazadas en forma de triángulo entre sus piernas, una señal clásica de autoafirmación y dominio. Zelensky, por su parte, respondió con un saludo abierto, ligeramente inclinado hacia adelante, mostrando disposición y apertura, muy lejos de la tensión que dominó su anterior encuentro.
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Cambio de tono, gestos… y vestuario
Uno de los elementos que más llamó la atención fue el cambio de vestuario del presidente ucraniano. Esta vez eligió una chaqueta táctica negra, pantalón entallado y botas militares, manteniendo el tono militar pero con un estilo más refinado y sobrio.

En febrero, Zelensky había optado por su habitual sudadera militar verde, y su comunicación no verbal dejó entrever incomodidad y desgaste: brazos cruzados, escasa sonrisa, movimientos rígidos y evasión de contacto visual con Trump.
El entonces expresidente tampoco se mostró más flexible. Durante aquel encuentro, Trump apuntó con el dedo varias veces, un gesto hostil que sugiere juicio o imposición, y mantuvo una expresión facial cerrada.

Esa reunión concluyó sin fotografías conjuntas relajadas, y con un aire de confrontación no disimulada, a pesar de los comunicados oficiales que hablaban de “voluntad de cooperación”.
¿Qué cambió entre febrero y agosto?
En esta nueva cita, tanto el lenguaje corporal como el entorno proyectaron una narrativa diferente. Trump se mostró menos impulsivo, sin interrumpir bruscamente, y Zelensky lo acompañó con gestos más relajados, incluso risueños. Hubo contacto visual sostenido, inclinaciones de cabeza afirmativas y una atmósfera de cortesía política.

Las circunstancias políticas actuales explican parte de este giro: Trump, en su intento de recuperar la presidencia en 2025, busca mostrar liderazgo internacional y una posición más mesurada frente a conflictos como el de Ucrania.

Por su parte, Zelensky necesita preservar y fortalecer el respaldo estadounidense en medio de una guerra prolongada y de señales de fatiga internacional.
Ambos líderes parecieron entender que la forma importa tanto como el fondo. En diplomacia, la postura corporal, la ropa, los gestos e incluso el tono de voz pueden enviar mensajes más poderosos que los discursos.
Del rechazo a la sintonía escenificada
La reunión de este lunes no solo mostró una evolución en el discurso político, sino también en la puesta en escena. El lenguaje no verbal de Zelensky y Trump pasó de la fricción a la sincronía.
Atrás quedaron los gestos duros, los brazos cruzados y los silencios tensos. En su lugar, vimos sonrisas, tonos mesurados y una coreografía política que busca proyectar estabilidad y cooperación.
¿Fue un acercamiento auténtico o un acto de diplomacia calculada? Esa es una pregunta que quedará abierta, pero en política internacional, como en el teatro, la percepción también es poder.
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Katherine Espino
Katherine Nicole Espino Cuevas. Periodista, locutora profesional y CMM. Máster en Comunicación Política Avanzada por Next Educación (Madrid). Amante de la escritura bien hecha, las historias con sentido humano y las causas sociales. Creo en la comunicación con propósito, en los valores y en ...