*Por Víctor Féliz
El financiamiento del Desarrollo Local, es un tema común para la totalidad de las ciudades de Latinoamérica y gran parte del mundo. Costear el gasto e inversión que demanda el proceso de desarrollo representa hoy día uno de los mayores retos que enfrenta el liderazgo y la gerencia pública.
La crisis económica de corte global ha representado una drástica disminución en los ingresos o fuentes recaudatorias dados factores como la caída de los niveles de actividad económica y consecuentemente reducción del rendimiento tributario, además hay que sumar la reducción de las capacidades de endeudamiento y al lógico estado de austeridad fiscal que se desprende del panorama financiero global
El reto es mayor para el liderazgo y Gobiernos Locales, dado que su cercanía directa con el ciudadano acrecienta su responsabilidad respectos de las aspiraciones cada vez más complejas. Financiar el desarrollo urbano cada vez más demandante, con fuentes de financiación cada vez más escasas es el gran reto del liderazgo y Gobiernos Locales.
El panorama global no parece mejorar. A la crisis económica crónica que arrastra el nivel mundial y que ha sido más acentuada en la América Latina, se complica con la nueva realidad que trae consigo la crisis de salud generada a partir de la aparición en el escenario global de la pandemia del COVID 19. Pandemia cuyas secuelas financieras aún se desconocen pese a sus graves efectos inmediatos.
Esta circunstancia, aunque su estadía pudiere ser temporal, sin dudas dejará una heredad permanente. Nuevos retos y nuevos objetivos hacen su entrada al ámbito local, retos y objetivos que representan mayores compromisos financieros. El Covid 19, obliga a la gestión local a revisar y cambiar su visión, tanto en la gestión de servicios públicos, como en la formulación de su propio desarrollo urbano de cara al futuro inmediato.
De manera actualizada, podemos darle un vistazo al informe de la Cepal 2020 ONU respecto a la espantoso futuro que nos espera en AL post Covid 19, basta con ver unos pocos indicadores que se estiman, a saber:
9,1% Caerá PIB 2020, 2,7 millones de empresas formales cerradas, 44 millones de personas desempleadas, 15 años de retroceso en reducción de la pobreza, 30 años de retroceso en pobreza extrema.
Por lo regular a los ayuntamientos o gobiernos locales los vinculan como instituciones de servicios pura y simplemente, sin embargo, además de esta característica inherente a su existencia y funcionamiento, también son instrumentos para el desarrollo.
La realidad actual los ha sumido en prácticamente lo primero más señalado al inicio de este párrafo. Las transformaciones en la región y avances en esta materia, han sufrido un tremendo revés por la falta de recursos para seguir financiando el desarrollo progresivo que se experimentaba en ciudades y regiones. Los mecanismos de financiación externos se han visto en la necesidad de reorientar sus recursos para enfrentar la pandemia del COVID19.
Otro gran reto ha sido mantener los servicios básicos funcionando a los niveles mínimos de satisfacción de la población, pues en muchas ciudades se ha detenido el cobro de arbitrios o tasas por servicios atendiendo al desempleo o actividades productivas. Al igual que en todos los países de la región, las competencias mínimas municipales son: aseo urbano, recolección y tratamiento de desechos, drenaje y alcantarillado; alumbrado público; entre otros.
Ha llegado el momento de reflexiones y replanteos sobre nuevos desafíos y analizar de manera profunda la capacidad de resiliencia que poseemos como nación, como región y como planeta.