HAy profesiones ingratas, pero ninguna como la de los meteorólogos en sus afanes por predecir las condiciones del tiempo.
Se suele confiar tan poco en sus predicciones, que cuando ellos dicen que va a llover, la gente sale sin paraguas, y si anuncian que hará tiempo seco, se prepara todo el mundo para la lluvia. Lo peor del caso es que los que así reaccionan, casi siempre tienen la razón.
Recuerdo a un locutor que producía desde temprano cada día un programa de radio, que comenzaba con un boletín sobre las condiciones atmosféricas y un pronóstico de si iba a llover o no, o si haría fresco o calor. Para ello el locutor sacaba la mano por la ventana y de ahí obtenía toda la información deseada.
El caso más sorprendente del que he tenido noticias a sido, sin embrago, el de que aquel jefe indio, famoso porque nunca se equivocaba en sus predicciones.
La gente acudía a él desde lejanos lugares y le preguntaba: ¿Cómo estará el tiempo mañana?, a lo que él respondía, por ejemplo: Mucha lluvia. Mucho mojado. Y en efecto, al otro día había mucha lluvia y estaba muy mojado.
Más y más gente llegaban donde el jefe indio y preguntaba: ¿Cómo será el día mañana?; él contestaba: Calor, mucho calor, mucho seco. Al día siguiente estaba sumamente caluroso y seco.
Todo el mundo en los alrededores estaba muy impresionado, hasta un día que se le acercó un grupo de curiosos y le preguntó: Jefe indio, ¿cómo será el tiempo mañana?.
No saber respondió-; radio de jefe indio dañado hoy.