Argentina es una nación con riquezas inmensas, pero entre sus ciudadanos impera la pobreza. Querer explicar ese fenómeno en una nota editorial sería muy pretencioso, pero sí podemos decir que República Dominicana tiene que mirarse en ese espejo.
El populismo ha sido el estilo dominante desde que Argentina pasó de ser una de las más robustas economías del mundo a la calamidad actual.
Las riquezas de Argentina fueron usadas para comprar simpatías, malogrando así la iniciativa productiva. Ese populismo llenó el país de personas con ingresos que no eran fruto de ninguna actividad productiva y que hoy le llamamos “asistencialismo” o para que se entienda mejor le decimos “clientelismo”.
El populismo desmontó el espíritu productivo de los argentinos, pero también impidió que se adoptaran las medidas económicas que podrían enderezar los entuertos.
En las pocas oportunidades que tuvo Argentina para tomar los correctivos, la seducción del clientelismo implantó de nuevo a los populistas en la conducción del Gobierno.
República Dominicana bien haría en mirarse en ese espejo. Hacer que los planes sociales vayan amarrados a metas, que sacar a la gente de la pobreza sea por la creación de empleos productivos y que el asistencialismo sea temporal, sólo mientras la persona logra arrancar.
También se requiere que el Estado invierta los recursos públicos para multiplicar las riquezas y garantizar una distribución equitativa sobre la base de las oportunidades y el esfuerzo.
Los responsables de la Argentina de hoy son los argentinos y los protagonistas de reinventarla también deberán ser los argentinos.
Igual podemos decir que los responsables de la República Dominicana que tenemos hoy son los dominicanos y los protagonistas del futuro también serán los dominicanos.