Siempre se pone a Taiwán como ejemplo de eficiencia.
Al compararse nuestro país con esa islita más pequeña que nuestro territorio, quedamos muy mal parados.
Cuentan los chinos de Taiwán, por ejemplo, con un sistema educativo excelente, producen todo lo que consumen, y sus voluminosas exportaciones les colocan entre los países con mejores balanzas comerciales del mundo.
La inteligencia de los taiwaneses, sin embargo, no se limita a ese tipo de conquistas.
También son maestros en el manejo de su política exterior, a pesar de que, como es sabido, las presiones de la China continental solo les permite tener relaciones diplomáticas formales con apenas una escasa docena de pequeñas naciones amigas.
La República Dominicana tiene mucho que aprender de Taiwán en materia de política exterior, sobre todo ahora que estamos dando palos a ciegas y no hemos sabido manejar el caso de las prohibiciones que impone Haití a la importación de productos dominicanos, así como tampoco hemos sabido manejar la preocupante inmigración ilegal de ciudadanos haitianos.
Dos casos muy actuales pueden servir de ejemplo para reforzar lo que digo.
Caso 1: las islas Tiaoyutai, cuyas aguas marítimas son muy ricas para la pesca comercial, son reclamadas por Japón, China continental y Taiwán.
Esas tres potencias han tenido la inteligencia de saber negociar en paz, y ahora todas ellas pescan libremente, con respeto mutuo, en esas islas.
Si esos tres gigantes han sido capaces de entenderse, ¿cómo es posible que Haití y nosotros no sepamos hacerlo? ¿Por qué tenemos que aceptar y alentar el vergonzoso, corrupto y denigrante espectáculo de los llamados mercados informales de la frontera, agravado ahora por las prohibiciones haitianas a los productos dominicanos?
Caso 2: cuando la negociación no da frutos, Taiwán sabe aplicar la fuerza diplomática. Por ejemplo, recientemente se produjo un incidente entre pescadores taiwaneses y filipinos.
Insatisfecha con la actitud de Filipinas, Taiwán viene aplicando gradualmente sanciones a ese país, que incluyen desde limitaciones comerciales hasta el retiro de las correspondientes representaciones diplomáticas entre ambos países.
Como puede apreciarse, se puede negociar, pero si las negociaciones no dan resultados, se deben tomar sin vacilaciones medidas radicales. Eso es lo que no hemos sido capaces de hacer. ¿Por qué no empezamos por repatriar a todos los ilegales? ¿A qué le tenemos tanto miedo?