Al hablar del dolor abdominal, por lo regular, se relaciona con deseos de defecar o con cambios en la frecuencia o consistencia de las deposiciones y, frecuentemente, la persona afectada lo asocia a la ingesta de algún alimento que le “cayó mal”.
Algo que muchos desconocen es que esta molestia abdominal puede estar relacionada al colon irritable. Dichos síntomas suelen ser difusos o localizados en el hemiabdomen inferior, habitualmente no irradiado, de tipo cólico, opresivo o punzante, en general leve o de moderada intensidad, con una duración inferior a las dos horas, que se alivia tras la defecación y que suele respetar el sueño.
Intestino irritable
Dichas “señales” se les asocia a lo que se conoce como síndrome de intestino irritable (SII), indica Liliana Jiménez Pérez, gastroenteróloga endoscopista en los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), quien asegura que este síndrome es una de las principales causas de visita al médico gastroenterólogo por molestias digestivas.
“Es considerado una condición médica sin daño como tal en el organismo, donde se ven afectado los intestinos y se caracteriza por dolor abdominal crónico y hábitos de evacuación alterados”, agrega.
Señales de alerta
Algunos factores que inciden en esta condición, según la galena, son los desórdenes psíquicos como la ansiedad y el trastorno en el patrón del sueño, ya que es el sistema gastrointestinal uno de los primeros que se ven afectados cuando la persona está atravesando por este tipo de procesos.
Quienes tienen antecedentes familiares, alteraciones de la motilidad y problemas con la barrera mucosa intestinal; así aquellos que tienen comprometido el sistema nervioso central, ansiedad y depresión.
En cuanto los síntomas, la especialista destaca que los más característicos son el dolor abdominal y malestar asociado a cambios en el ritmo intestinal, tales como la diarrea o el estreñimiento por lo menos un día a la semana por mes, en los últimos tres meses, sin que exista una causa orgánica que explique los síntomas.
Para determinar el nivel del síndrome de intestino irritable este debe ser clasificado por un gastroenterólogo que identifique si el SII se presenta con diarrea, estreñimiento o mixto.
“Cabe destacar que la hinchazón abdominal es frecuente en cualquier trastorno intestinal funcional, como también puede ser una señal de una enfermedad orgánica. Por esto, es importante realizar todos los exámenes de lugar para poder confirmar”, destaca.
Diagnóstico
Muchos son los diagnósticos diferenciales que debemos despejar antes de catalogar un paciente con síndrome de intestino irritable, ya que estos síntomas se comparten con muchas enfermedades que incluso pueden ser catastróficas.
Como por ejemplo, descartar que el paciente tenga dolores con la menstruación, utilice medicamentos como antibióticos previo a los síntomas o descartar que sea intolerante a la lactosa.
Para dar tratamiento es vital tener el diagnóstico, el cual se basa en los Criterios de Roma, que según explica Jiménez Pérez, en sus diferentes versiones en más de 15 años de clasificación y son los únicos aceptados por agencias reguladoras como la Food and Drug Administration (FDA), las compañías farmacéuticas y la mayoría de los investigadores académicos.
Entre estas pruebas se incluyen análisis específicos de sangre, orina, material fecal, estudios radiológicos del abdomen con o sin contraste, sonografía abdominal y colonoscopia.
El tratamiento
Esta condición es crónica, pero es controlable y no tiene ninguna consecuencia fatal a largo plazo. La comunicación efectiva entre el médico y el paciente tiene una importante repercusión en la recuperación.
Dentro de las mejoras que el paciente debe hacer en su vida está el incluir rutinas de ejercicios diarios, al menos una hora de forma constante, consumo de fibras en la fase de estreñimiento y en la etapa de diarrea los antidiarreicos son útiles.
La especialista afirma que la consulta con el nutricionista es fundamental.
Pautas que dan calidad de vida
Una dieta equilibrada logra disminuir las crisis de dolor abdominal y diarrea o estreñimiento en los casos que predomine uno u otro.
La utilización de probióticos y medicamentos como los antiespasmódicos, estimulantes de los movimientos intestinales, antibióticos, antidepresivos, ansiolíticos. También con terapias como apoyo psicológico, técnicas de relajación, acupuntura y hipnoterapia.
Desesperación hace abandonar las terapias
El síndrome de intestino irritable es un proceso crónico que cursa con periodos asintomáticos junto con recaídas frecuentes.
Liliana Jiménez Pérez afirma que es necesario entender esta situación, ya que muchos pacientes se desesperan y frecuentemente abandonan la terapia y constantemente están moviéndose entre varios especialistas.
El problema radica, en mantener una adecuada calidad de vida, ya que las molestias del síndrome de intestino irritable tienen una importante repercusión sobre las actividades personales y sociales de los pacientes.