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El doctor espaillat y el paso indeclinable del tiempo

El doctor espaillat y el paso indeclinable del tiempo
Roberto Marcallé Abreu

El tiempo transcurre de manera implacable. A veces nos hacemos la idea de que podríamos ser eternos en otros planos y a niveles que imaginamos o que son parte de nuestras aspiraciones, deseos y sueños.

La realidad es que nos dejamos poseer por la ilusa y complaciente percepción de que nuestra existencia podría extenderse indefinidamente en el tiempo y el espacio o que podría prolongarse para siempre.

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Es válida la pregunta de si nuestras esperanzas y deseos se ajustarían a nuestras expectativas. Nuestra vida se nos presenta como un misterio inescrutable, una suma de interrogantes sin respuestas claras sobre la vida y la muerte. Nuestra experiencia existencial es que, en realidad, todo termina, todo llega a su fin… nosotros incluidos.

Tales preguntas han inquietado al ser humano desde siempre. Puede que transitemos de un plano a otro y que, quizás, una suma de variables nos permita atesorar la continuidad de algo que fue y que ha cambiado en su esencia.

La vida es un misterio. Todo cuanto nos rodea es parte de ese infinito misterio. Hacemos el intento, pero no poseemos respuestas válidas. No podemos comprobar de manera rigurosa lo que en realidad ocurre. Debemos aferrarnos a las expectativas, las ilusiones, al sueño. A la fe.

Es este proceder el que ha dado vida a todos los sistemas filosóficos y a muchas religiones. La oscura realidad, desde el punto de vista de la experiencia, es que nuestra vida es un limitado recorrido de hechos, pensamientos, encuentros y desencuentros, y diversos niveles de conocimiento.

Luego, cuando ese hálito llega a su fin, nos deshacemos como la espuma sobre las olas marinas. La sentencia bíblica nos dicta que “polvo eres y en polvo te convertirás”.

Salvo nuestros pensamientos, ilusiones y sueños, no somos más que el agua depositada en una de nuestras manos que se nos escapa a través de los dedos.

Ningún sistema filosófico, ninguna religión nos ofrece respuestas que sean comprobables, válidas y definitivas. Carecemos de ese elemento esencial de la ciencia que es la constatación objetiva de los hechos.

El agua que se asienta en una de nuestras manos termina por escaparse entre los dedos… queda, entonces, la fe, la esperanza, mirarnos compasivamente en un espejo que refleja una imagen que ha ido cambiando y que terminará por corromperse con el paso del tiempo… salvo la fe o nuestras creencias, no somos nada…

Son ideas que nos agobian tras el deceso del amigo Arnaldo Espaillat Cabral. Su vida estuvo desbordada de experiencias de toda naturaleza. Era una persona trascendente, de muchas realizaciones, ideas, creencias, sueños e ilusiones
Debemos amarnos fríamente en nuestra realidad, es la lección que nos dejó su partida.

Hacer cosas relevantes: crear, soñar, concretar ideas, escribir, aceptar los desafíos, enfrentarnos con la adversidad, amar a los seres humanos con sus virtudes y sus defectos… la existencia es una sola y vale la pena vivirla con intensidad… así fue su vida, el ejemplo que nos dejó, el ejemplo a seguir…

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