El presidente Luis Abinader ganó la reelección para gobernar cuatro años más con una abultada ventaja, duplicando la votación de su más cercano contendor.
Lo usual fuera que esta nota editorial se dedicara a felicitar al mandatario, a los ciudadanos por su comportamiento cívico durante las votaciones, a los actores políticos participantes, a la Policía Militar Electoral por su buen desempeño y a la Junta Central Electoral por la excelente organización del proceso.
Pero el discurso de agradecimiento del presidente reelecto obliga a centrarnos en el mismo, pues ha asumido un compromiso que eleva cualquier ganancia institucional que haya tenido el país en las elecciones, no importa lo grande que haya sido.
El presidente invitó a todos los sectores nacionales a fortalecer la democracia y nuestra institucionalidad e hizo algo inusual en cualquier parte del mundo: usar el escenario de celebración del convicente triunfo electoral para ratificar su determinación de no volver a postularse para la Presidencia de la República e invitó a una reforma constitucional para poner los candados que eviten que la voluntad de una persona endiosada la reforme para beneficiarse cambiando las reglas del juego democrático.
Ese discurso devela la que pudiera ser la tónica de este periodo constitucional que se estrena el 16 de agosto: impulsar las transformas que necesita el país para subir al siguiente escalón sin que el populismo o la búsqueda de votos sea el norte.
La clase política dominicana y los “poderes fácticos” deben tomarle la palabra de inmediato al Presidente y trabajar juntos para afrontar desde sus raíces los grandes retos que tiene nuestra nación.