En un acto encabezado por el presidente Luis Abinader fue anunciada ayer una transferencia de 3 mil 400 millones de pesos que serán manejados en planteles escolares de 122 distritos.
El propósito, de acuerdo con lo anunciado en el Palacio Nacional, es coadyuvar con la descentralización y una mejor ejecución del gasto.
La intención debe ser buena y, con suerte, los resultados también lleguen a serlo.
Parece que al Gobierno se le ha hecho difícil la utilización eficiente del dinero en Educación sin trillar el camino utilizado por la administración pasada, consistente en la construcción de edificios. ¿Es tanto? ¿Resulta tan complicado darle un fin útil al 4 %?
Poner una caja de caudales en manos de los directores de escuelas, posiblemente para dejar bajo su responsabilidad la solución de asuntos menores, implica entregarles “presupuestos” a estos funcionarios públicos, y hacer esto sin establecer vías eficientes de supervisión puede dar pie a la creatividad.
De hecho, la descentralización —de la que se habló ayer en el acto encabezado por el presidente Abinader— es un hecho en Educación desde hace bastante tiempo.
De lo que estamos hablando, pues, es de una ampliación con la adición de 122 distritos, a los cuales habrá que llevar contables y auditores.
Pero esto no es garantía de nada, como no sea del agrandamiento de la burocracia, particularmente en un período de moral relajada como el que vive la sociedad dominicana y acaso la humanidad.
Unas de las grandes inversiones que falta por hacer en la escuela dominicana es la moral, por donde empezó la del señor Eugenio María de Hostos hace casi un siglo y medio.