El dilema de Amy

El dilema de Amy

El dilema de Amy

Se estrenó en Netflix Mignonnes, una sórdida exploración preadolescente de la feminidad, que ha visto su exitoso recorrido en festivales empañado por un controversial póster -diseñado por el gigante del streaming– que extrae un fotograma de una escena de baile que podría calificarse de pornográfico.

Amy (Fathia Youssouf) se ha mudado junto a su madre (Maïmouna Gueye) y hermanos a un nuevo apartamento de un suburbio parisino. De inicio, se muestra como una niña normal. Hay una habitación que la progenitora le prohíbe usar. A partir de este momento, el impedimento se hace un signo de rebelión ante toda institución, encontrando un falso oasis al querer integrar un grupo de baile de compañeras de escuela, para lidiar con el palo emocional de casa.

Más allá de las correctas performances de sus intérpretes y la dirección cálida y accesible de su realizadora, Maïmouna Doucouré (París, 1985),   el filme pasa más por ser un acontecimiento cultural global por encima de la valoración artística, pues trastoca muchos temas espinosos, entrando en juego la percepción del espectador y su forma de conjurar preconceptos generados por la hipersexualización de lo femenino; la crítica perenne desde occidente al papel que el Islam delega –o relega- en la mujer; el sopor de pertenecer a las redes sociales en busca de todos los likes; las dificultades de integrarse al sistema escolar y el reto de tener una infancia funcional en medio de los suburbios de primer mundo, donde la desigualdad económica ordena asunción de responsabilidades precoces.

El dilema de Amy ha trascendido la ficción: gracias a las exhaustivas campañas publicitarias de Netflix, el exitoso recorrido de Mignonnes (premio del jurado en el Festival de Sundance, mención especial del jurado en el Festival de Berlín) se ha visto empañado por un controversial póster que extrae un fotograma de una escena de baile que podría calificarse de pornográfico, frente al que originalmente promovía la película antes de formar parte de la góndola virtual.

El plano general de este último cartel destaca la presión del entorno social a estas niñas que visten por encima de sus cuerpitos lencería de mujer en franco éxtasis con las bolsas de compra de ropa (todo un tributo al tener en negación del ser). Sutil y bien lograda síntesis del discurso antes descrito del filme.

La apuesta del gigante del streaming, que contó con el morbo de carnada, generó la soflama de los extremos que dominan las redes sociales: los ultraconservadores de derecha y la policía del karma progresista, que ni siquiera habían visto la película cuando presionaron por la cancelación del estreno.

En el campo de la fugacidad que domina estos tiempos de creación artística, Doucouré ha erigido en Mignonnes un artefacto narrativo y perdurable sobre el coming of age que todo padre y madre debería ver con su hijo preadolescente para conversar sobre las trampas de las imágenes cotidianas de la virtualidad que excitan apetitos y crean falsas necesidades y cero imaginarios. Es una obra seria que plasma una realidad ostensible que no queremos ver, porque somos responsables de ella.

 

Mignonnes. Francia. 2020

Dirección y guion: Maïmouna Doucouré

Fotografía: Yann Maritaud

Montaje: Stéphane Mazalaigue, Mathilde Van de Moortel

Música:  Nicolas Nocchi

 Reparto: Fathia Youssouf Abdillahi, Medina El Aidi, Maïmouna Gueye, Esther Gohourou, Ilanah Cami-Goursolas, Myriam Hamma, Mbissine Thérèse Diop, Demba Diaw, Bilel Chegrani

 

DISPONIBLE EN NETFLIX



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