El diálogo en Venezuela

El diálogo en Venezuela

El diálogo en Venezuela

Las agitaciones entre los opositores y los gobiernistas en Venezuela acrecientan las pasiones de sus seguidores.

Las divergencias se agudizan opacando la posibilidad de un diálogo fructífero que conduzca a una salida posible a la crisis política, económica y social en esa nación.

Los acontecimientos por la disputa de aceptar o no las ayudas humanitarias evidenciaron que las diferencias son insalvables, que lamentablemente Venezuela podría conducirse a un escenario de violencia.

Desde fuera, entre los llamados países aliados al autoproclamado presidente Juan Guaidó, se presiona por una salida forzada del Gobierno por parte del presidente Nicolás Maduro y sus colaboradores.

Permitir las ayudas humanitarias ofrecidas por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países pudo haber sido el inicio de las conversaciones entre los bandos en conflicto. En Venezuela se sufren necesidades admitidas por los actores envueltos en la disputa, que se quiera o no, que urgen por ser atendidas por las autoridades.

La debilidad institucional y la voluntad de los actores en pugna por sentarse a la mesa del diálogo constituyen los escollos que alejan una solución al problema venezolano.

Sin embargo, hay que evitar cualquier camino a las confrontaciones violentas, por lo que es cuestionable que Guaidó se atreviera a no descartar que una posible intervención extranjera pudiera ser factible para restablecer lo que considera el orden democrático lesionado por Maduro y su Gobierno.

Ninguna injerencia externa en Venezuela debe propiciarse desde ningún litoral. El problema debe ser resuelto por los venezolanos en el terreno de su propia realidad y en el marco de la conveniencia política y social.

Tanto los opositores como los gobiernistas en Venezuela tienen que desprenderse de las banderas de “todopoderosos” y pensar en la obligatoriedad que tienen de explorar el camino de la concordia y de la convivencia, para que este país restaure la fe y la confianza perdidas por los conflictos acumulados desde hace años.

Un baño de sangre en Venezuela no representa la mejor solución. Una intervención militar auspiciada por Estados Unidos, mucho menos.

Venezuela merece transitar por las vías democráticas e institucionales, pero las divergencias deben ser solucionadas por los propios venezolanos. Pero hay que desprenderse de la desconfianza y de la rivalidad política.



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