Ayer celebramos el Día del Padre agasajando y venerando a los papás nuestros y los ajenos, y reflexionando sobre los valores éticos de la relación entre padres e hijos.
Pero existen otras razones, además de las que se proclaman internacionalmente para realizar esta celebración. Veamos:
¿Quién es el único que se atreve a comerse todo lo que le sirvan, sin protestar? El abnegado papá.
¿Quién levanta los pies cuando están barriendo debajo de su silla? El considerado papá.
¿Quién es el que se expone a una úlcera, de la rabia, cuando al llegar a casa no encuentra la limpieza hecha, la comida caliente, los niños cambiados, la ropa lavada y planchada, la cocina limpia, la nevera con cerveza? El incomprendido papá.
¿Quién es el que corre riesgo de que lo asalten en la calle cada vez que sale a parrandear con sus amigos, mientras su mujer y sus hijos duermen bien abrigados y seguros en su casa? El desprotegido papá.
¿Quién es que trabaja duro para pagar la cuenta de la luz, porque en su casa su mujer y sus hijos se la pasan consumiendo electricidad planchando, pasando la aspiradora, encendiendo el aire acondicionado y usando la lavadora para que él lo encuentre todo bien? El paganini papá.
¿A quién es que le arman un show cuando llega con colorete en la camisa? Al incomprendido papá, como si él no puede tener un amigo que trabaje de payaso.
¿Quién es el que tiene que gastar considerables sumas de dinero en regalos para el Día de las Madres, el Día de la Mujer, el Día de la Secretaria, el Día de San Valentín, la temporada de Navidad, los cumpleaños, aniversarios y demás fiestas inventadas por el hombre para satisfacer a la mujer? Adivinen.
¿Quién está leyendo esto a escondidas para poder reír, ya que si son sorprendidos se exponen a un truño, en el mejor de los casos? Los cohibidos papás.
Por todas estas razones ocultas, repito, se justifica la celebración del Día de los Padres.