Una de las mayores sorpresas que ha experimentado el boxeo en toda su historia, fue el contundente nocaut que recibió Mike Tyson, campeón indiscutible de los pesados, ante un rival, Buster Douglas, cuyas posibilidades de éxito eran prácticamente nulas.
Ese acontecimiento que conmovió al mundo, sucedió el 11 de febrero de 1990 en Tokio, es decir, hace 30 años.
Contra todos los pronósticos, porque las apuestas favorecían a Tyson 42-1, el campeón con un aura de invencible´.
En el octavo Tyson envió a Douglas a la lona, registrándose una lentitud imperdonable del réferi en comenzar el conteo.
Tyson logró el nocaut con un uppercut, sin embargo, el árbitro Octavio Meyrán comenzó el conteo, intencional o no, varios segundos después de lo establecido en las reglas.
Eso dio oportunidad para que Buster se recuperara en el noveno, y en el décimo, alcanzó a Tyson con un golpe de tal contundencia, que dejó al mundo completamente atónito.
En varias oportunidades he observado el combate, y no me quedan dudas, que en el octavo round Douglas estaba noqueado.
El polémico promotor Don King, entonces apoderado de Tyson apoderó a varias instancias en busca de anular la decisión, pero después de meses de disputas y costosos litigios fue convalidado el triunfo de Douglas, quien ocho meses después perdió ante Evander Holyfield por nocaut en el tercer round.
La victoria ante Tyson, sin duda, ha sido el acontecimiento más trascendental en el boxeo.
Buster Douglas con 59 años, libra una lucha férrea y tenaz con la diabetes, pero a más de 30 años de ese histórico triunfo, la gente lo recuerda como “el vencedor de lo imposible”.