El desarme de los palestinos en el Líbano, un proceso complejo aún en la incubadora

Beirut.- Como parte de su campaña para limitar la posesión de armas exclusivamente a las manos del Estado, el Líbano busca desarmar a las facciones palestinas presentes en su territoriox un proceso con muchas complejidades y que aún parece lejos de la pista de despegue.
Ambas partes anunciaron su apoyo a la medida durante una visita a Beirut del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, pero cerca de seis semanas después no hay señales de preparativos en los doce campos de refugiados donde residen buena parte de los 200.000 miembros de la comunidad en el Líbano.
“No estamos en contra de que el Estado libanés tenga control total sobre su territorio y soberanía, incluidos los campos. Hay derechos y hay deberes, y si este asunto es debatido de forma responsable por todas las partes creo que se controlarán las armas”, considera el número dos del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) en el Líbano, Abdalá al Danan. La otra cara
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Pero Al Danan asevera a EFE que hasta el momento nadie les ha consultado sobre esta cuestión. “Mantuvimos un encuentro con Ramez Dimashkieh, que es el jefe del comité de diálogo. No se dijo nada sobre el asunto de las armas, solo hablamos sobre las preocupaciones de la gente palestina en cuanto al derecho a trabajar y el derecho a poseer propiedades”, asegura.
Tampoco salió el tema durante otra reciente reunión del Comité de Acción Conjunta, conformado por todas las facciones palestinas, una cita celebrada el mes pasado en la que decidieron centrarse en las repercusiones de la falta de recursos en la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA). Y es que, según datos de la ONU, el 80 % de los miembros de esta comunidad en el Líbano vive en la pobreza, muchos en precarias condiciones dentro de los abarrotados campamentos y, otros, en los más de 40 asentamientos adyacentes a menudo considerados igual de deficientes.
Dependen fuertemente de la ayuda de la UNRWA, una situación alentada por las limitaciones que les impone el Líbano como la prohibición a trabajar en 39 profesiones sindicadas, la imposibilidad de tener propiedades a su nombre o la privación del derecho a la nacionalidad local. Consciente de todo ello, el responsable de la FPLP defiende que el desarme no puede tratarse de forma aislada a la realidad.
“Si se va a abordar la situación y presencia palestina en el Líbano, la presencia palestina al completo es abordada, con sus preocupaciones y problemas». “Es hora de que el Estado libanés debata esta presencial social en los campos, hay muchos derechos que los residentes de este país deben disfrutar”, zanja. Vulnerables
En el diminuto campamento capitalino de Mar Elias, la vida es “mejor” que en otros, reconoce a EFE el responsable de la Federación de Sindicados de Trabajadores Palestinos en Beirut Abu Imad Shatila, sentado en su oficina entre la maraña de estrechas callejuelas.
Pese a ello, advierte de que las oportunidades laborales se han vuelto “escasas” a raíz de las guerras de Gaza y el Líbano, al tiempo que el número de familias dependientes de la ayuda humanitaria se ha multiplicado entre sus alrededor de 2.600 residentes.
En la estantería de detrás de su escritorio, reposa una fotografía de Shatila junto a Abás tomada durante la reciente visita del líder de la ANP. “Los palestinos confirmaron al presidente Mahmud Abás que estamos bajo el paraguas de la ley libanesa y bajo el paraguas del Estado libanés, y que si el Estado libanés nos hiciera el favor de desempeñar su papel en los campos, no tenemos objeciones”, explica el también miembro de los Comités Populares en Beirut.
Según mantiene, todas las facciones están de acuerdo en poner orden al armamento a través del diálogo con las autoridades locales, pero pide no olvidar que se sienten vulnerables ante potenciales ataques y la presencia latente de Israel al otro lado de la frontera.
Recuerda los conflictos que afectaron a la comunidad palestina en el país, así como la masacre de cientos de personas cometida en 1982 por milicianos cristianos aliados de Israel en el campo palestino de Shatila y la vecina localidad de Sabra, a las afueras de Beirut. “Todas las armas en Líbano deben ser retiradas, no solo de las manos de los palestinos en los campos. Porque los acontecimientos históricos en este país prueban que hay problemas”, sentencia el responsable sindical.
También debe implementarse de forma igualitaria entre los propios palestinos, especialmente en campamentos grandes como el de Ain el Helu (sur), donde hace menos de dos años una intensa ola de enfrentamientos entre Fatah y facciones islamistas dejó 17 personas muertos y cerca de 150 heridos.
“Si las retiras de un lado y las dejas del otro lado, y si hay una parte que no está lista para abandonar sus rifles, habrás hundido a los palestinos en una crisis interna entre ellos”, concluyó Shatila
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EFE
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