El deporte para soñar

El deporte para soñar

El deporte para soñar

Cuando se asiste a convocatorias como la del viernes pasado, un día cualquiera de la semana, pero especial porque era el de la competencia de los 400 metros femeninos en los Juegos Olímpicos, cualquiera puede hacerse una idea del sentimiento patriótico.

Quien no estaba en las condiciones de parar un momento frente a un aparato que le permitiera ver la competencia, preguntaba, llamaba, o pedía que le mandaran imágenes para poder decir vi a la dominicana el día en que ganó.

Al anochecer del domingo la multitud de los seguidores del deporte, o simplemente de los conquistados por la calidad demostrada de tres atletas ganadores de medallas en París, se fue al aeropuerto a recibirlos.
Y la noche fue de fiesta.

Porque los pueblos necesitan de esa afirmación que deriva de resultar vencedor en la confrontación con el otro en las justas deportivas.

Unas contiendas que según algunos son alimentadas en el ánimo por el mismo dios que llevaba a los pueblos antiguos a la guerra: el colérico Marte.

Pero aparte de si la competencia deportiva simula la guerra y que el incentivo de la primera tiende a evitar la segunda, los gobiernos dominicanos harían muy bien en valorar el deporte para la canalización de las energías juveniles y como fuente de satisfacciones populares.

Tal vez el dinero no alcanza para un incremento presupuestario, pero siempre debe ser posible hacer más con lo que se tiene.

Las instalaciones deportivas son importantes, pero por lo visto no indispensables, si nos atenemos a las críticas permanentes acerca del descuido en que se las tiene.

A veces ponerle corazón a lo que se quiere puede ser muy importante. Desde luego, si esto es posible junto a instalaciones de calidad, bien atendidas y un enfoque profesional, técnico y económico en los atletas, los resultados deben ser óptimos.



El Día

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