El dominicano ha demostrado ser muy apasionado en sus simpatías o antipatías. Dependiendo del momento describe al suyo como “el mejor país del mundo” y poco después puede catalogarlo como “el peor país del mundo”.
Sus expresiones y pasiones son intensas.
La política y el deporte son las áreas en las que suele notarse con mayor énfasis esa característica propia del dominicano.
El deporte tiene la peculiaridad de que nos une en el sufrimiento y la alegría.
Ahí una de las grandezas del deporte.
El país celebró con algarabía indescriptible el inesperado pase de República Dominicana al Mundial de Baloncesto luego de derrotar de manera dramática a la favorita selección de Argentina. Se goza cada triunfo de las Reinas del Caribe en el voleibol, vibra con las medallas de los atletas individuales.
Si eso es con otros deportes, no ha de sorprender lo que ahora se vive con la selección dominicana de béisbol que participa en el Clásico Mundial.
Cada dominicano, en cualquier parte del mundo, está siguiendo el desempeño de su equipo de béisbol, conformado por atletas que además asumen con orgullo la representación de su país.
Ese equipo representa a los dominicanos nacidos en nuestro territorio, a los que emigraron y a los que nacieron en el extranjero.
Se nota una verdadera unidad nacional para apoyar a esa selección, como ha ocurrido con las de otros deportes.
Las actividades deportivas no sólo contribuyen a la salud del cuerpo y la mente, sino a la integridad nacional.
Deseamos suerte al equipo dominicano, que ya puede exhibir la medalla de oro por unir el sentimiento nacional.
