*Por Roberto Núñez Castillo
No es nada fácil elaborar un comentario crítico, y quizá estructural, sobre un cuento de Rafael García Romero en el cual vemos un primer párrafo donde, casi simultáneamente, intervienen las tres primeras personas del singular. «Ella», quien en el pasado hizo la primera pregunta; el «tú», (te) quien escucha la pregunta, y el «yo», quien hace referencia o le refiere o rememora la pregunta que en un momento le hizo ella.
Claro, en ese «yo» quien habla es el autor omnipresente, que en el caso toma carta en el asunto.
En el segundo párrafo, hasta los recuerdos hablan. Y me parece que lo hacen bien porque presentan, al hablar, muy buena excusa para aquél que no fue capaz de responder en el momento preciso.
Pero, se nota la impaciencia de ella, que insiste en saber la forma que él la recordará.
A partir de ahí, todo queda envuelto en un momento de melancolía, debido a su (de ella) insistencia en volver al recuerdo.
El quinto párrafo, muy descriptivo, arroja al cuento un balde de romanticismo e ilusiones que permite al lector hacer una especie de pausa en la atención que debe seguirle al cuento.
En el sexto párrafo, el autor omnipresente sigue actuando y desempeñando su labor, como artista invitado, pero discretamente.
Más adelante, el «yo» reaparece con mayor resonancia como para testimoniar que estuvo, o que está, presente en ese momento de encierro casi forzoso frente a ella, la que insistía en saber de cómo él la recordará.
Los párrafos siguientes se encadenan y se derraman en cascada con la finalidad de darle fuerza y profundidad sutil a las descripciones que se hacen del rostro y el pelo de la fémina.
Por fin, llega el momento en que la memoria y los recuerdos confluyen y hacen gala de su presencia; y el pasado toma fuerza para retornar y retocar con algunas palabras las cosas que fueron, pero que ya no son.
A partir de aquí, desde esa penosa y triste visita en ese lugar de abandono, todo fue parte de una despedida que, más que formal, fue triste y muy salpicada de melancolía.
La formalidad que se produjo aquella última noche en la cama, previo a la boda, fue una muestra de educación y buen comportamiento de una pareja convertida en dos almacenes de dolores, nostalgias, tristeza y recuerdos tormentosos que salían por los poros de ambos.
Al final, ocurrió lo que sucede con cierta frecuencia: una pareja de novios, ella lo ama, él la adora, pero no pueden casarse con toda la de la ley como manda la sociedad y los familiares por razones económicas.
Pero hay otro de por medio, un segundo aspirante que sí puede, y que sí tiene con qué transformar los sueños en realidad.
(«Una despedida formal» es una de las piezas narrativas incluidas en el libro «En cierta forma, sentimentales», Santo Domingo, Editorial Doble Infinito, 2024. Los otros cuentos son: «Estampida», «Una amiga soñadora», «Cuento de Navidad», «Una almohada vacía, a tu lado», «El último otoño de lucidez» y «Las siete puertas del amor»).