Por más que se quiera y se intente, será prácticamente imposible cuantificar la cantidad de dinero que se gasta en una campaña electoral.
Ya preocupan los datos fríos que reportan los partidos en sus informes ante la Junta Central Electoral.
Pero hay costos de la campaña se destinan en las sombras, pero se observa cuando el dinero se entrega: es decir, los 200 y 300 pesos que se dan a los compañeritos de los barrios para que se movilicen en las caravanas y acudan a actos públicos.
En muchos sectores son conocidos los “tigueres” que siempre están listos para participar en cualquier campaña, sin importar el color del partido, con la garantía de ese dinerito que pueden conseguir de los políticos solo en los procesos electorales.
Hay trifulcas cuando se incumple con el pago de los 200 y 300 pesos prometidos.
Cuestionamientos a los partidos
Siempre se pone en duda que un determinado partido pudiera tener la capacidad de lograr la simpatía de los tantos militantes que llevan a sus mítines u otra actividad proselitista, lo que siempre se atribuye a que hubo el despliegue de dinero para comprometer la presencia de los supuestos militantes, sin garantía ninguna de que se conviertan en votos firmes para los comicios de 2020.
Es decir, que los 200 y 300 pesos se invierten sin tener certeza alguna de que los beneficiados puedan ser votos duros para los candidatos que postulen los partidos en determina coyuntural política.
Lo que se dice es que los partidos saben que no pueden movilizar simpatizantes sin tener un presupuesto para entusiasmar a compañeristos.