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El control ciudadano y la calidad de la democracia

La preocupación por la calidad de la democracia se ha convertido en una dimensión cada vez más importante a la hora de evaluar el funcionamiento del sistema político.

La calidad de la democracia incorpora la cuestión del buen gobierno o gobernanza, postulando que existe un derecho al buen gobierno.

Es decir, que una democracia funcional provee de buen gobierno a sus ciudadanos.

El ejercicio del control ciudadano es inherente a la calidad de la democracia.

Es normal como mecanismo de retroalimentación para garantizar el buen gobierno.

Y el primer nivel desde el cual se ejerce control ciudadano es la opinión pública, que hoy día es el estado de percepción, las corrientes de opinión sobre los temas de interés general.

La expansión de las tecnologías de la información y comunicación y los sofisticados métodos de sondeo o encuestas de opinión permiten determinar el estado de opinión pública sobre un tema en cualquier momento, con una celeridad y costos razonables.

Y de la misma forma hacen posible que en la formación de la opinión pública intervengan más actores y que su producción sea menos vertical, más democrática.

Así como es inseparable la noción de buen gobierno del concepto de democracia, lo es también la de transparencia y rendición de cuentas respecto del buen gobierno. La rendición de cuentas, apertura y transparencia también se perciben como un poderoso estímulo al buen desempeño, al esfuerzo y dedicación de quienes ejercemos funciones de gestores públicos.

Quienes ejercemos funciones de gobierno no sólo tenemos que cumplir con un conjunto de atribuciones funcionales propias de nuestros cargos, sino que tenemos que hacerlo generando confianza, y la certidumbre de que nuestro actuar estará apegado a valores socialmente construidos acerca de qué es lo pertinente, de qué es lo democrático en un contexto determinado.

Entendiéndolo así, el control social o ciudadano no es un problema o dificultad, sino un subsistema de nuestro tablero de mando: un mecanismo de alerta permanente que nos guía para aquilatar no sólo la eficacia de nuestras decisiones y soluciones técnicas, sino su ajuste al estado de percepción de la sociedad, a la opinión pública.

Si lo asumimos como la herramienta que es, gobernaremos mejor. No extrañe entonces la vocación de la presente administración gubernamental por rendir cuentas, por ser transparente y por generar escenarios y mecanismos de aseguramiento de la calidad de gobierno, entre los cuales el control social a través de veedurías ciudadanas es un paso inicial en la dirección de una sociedad más efectivamente democrática.

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Henry Molina, Santo Domingo, República Dominicana, 24 de agosto de 1967, es licenciado en derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y Máster en Derecho Constitucional de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue Director de la Escuela Nacional de la Judicatura, institución ...