Hay productos alimenticios de consumo masivo que forman parte fundamental de la canasta familiar. No se puede concebir la alimentación del pueblo dominicano sin el arroz, la carne de res o pollo; y, por supuesto, de algunas ensaladas.
Hace poco la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que el consumo de carnes rojas o procesadas aumenta el riesgo de contraer una enfermedad catastrófica. O sea, se vincula uno de los artículos básicos del consumo cotidiano de los dominicanos con un deterioro serio de la salud.
Se trata de un producto que tiene una alta demanda. Vinculado a muchos intereses. Somos un país productor de carne, al menos suficiente para el consumo doméstico.
Ese hecho es clave para tener una posición oficial de las autoridades dominicanas. La misma no se produce porque hay mucho temor de lacerar intereses creados en sectores muy fuertes, independientemente de que esté en juego la salud de los dominicanos.
Hace poco Pro Consumidor, un organismo que se creó con la idea de defender los intereses de los consumidores, fijó su posición. Planteó que los ciudadanos tienen la última palabra ante la advertencia de la OMS.
Así las cosas, parece que aún hay que esperar para determinar cuáles consejos dar al consumidor, pero la alerta está dada.