La quinta versión del Clásico Mundial de Béisbol fue un éxito rotundo. Rompió todos los récords de audiencia, asistencia y las mercancías se vendieron más que nunca. Previo al juego final entre Estados Unidos y Japón, el comisionado de Grandes Ligas, Rob Manfred, mostró su preocupación, porque sabe bien que ese éxito no es compartido por los dueños y los gerentes generales de los equipos, colocándose como una tarea personal persuadirlos para facilitar una mayor participación de lanzadores en el evento mundialista.

Pero Manfred no solo tendrá que lidiar con la renuencia de los dueños y los gerentes generales, porque también deberá incluir a los managers, pitching coaches y hasta los agentes de los jugadores, quienes son severamente opuestos a la celebración del Clásico, por temor a que los peloteros sufran lesiones durante el mismo.

De igual modo, Manfred sabe que tendrá que resolver el tema con las aseguradoras de los contratos de los jugadores. “No se puede montar este torneo sin el seguro para los jugadores”, dijo Manfred, y añadió: “Ya es bastante que los equipos asuman el riesgo por una lesión y al mismo tiempo tener que pagar. Eso no me parece justo”.

Para resolver esa situación, Manfred debe ordenar que los rosters de los equipos que participen en el Clásico sean depositados, luego que los jugadores aprueben el examen físico que les realizan los médicos al reportarse para los entrenamientos de sus organizaciones. Esta vez, los equipos tuvieron que depositar el roster final el 6 de febrero, cuando no se sabe en qué condiciones están los jugadores.

Por esa razón, los seguros no pueden proteger los contratos de los jugadores como sucedió con el dominicano José Ramírez, de Cleveland, quien tuvo una cirugía fuera de la temporada, y se reportó recuperado. Lo mismo sucedió con el relevista Seranthony Domínguez, de los Filis, a quien el seguro no quiso protegerle su contrato, a pesar de que está en salud y así lo demostró en la pasada Serie Mundial.