A pocos días de finalizar el año, estamos enfrascados en los preparativos para despedir 2017 y recibir 2018, entre encuentros y celebraciones propias de la fecha andamos sorteando la locura de las calles y de la gente… y esa misma locura nos deja poco tiempo para detenernos a meditar sobre lo que fuimos y queremos ser.
Diciembre es el mes de pasar balance… y es una excelente época para, además de reflexionar, tomar acciones positivas que se puedan materializar en el corto, mediano y largo plazo en nuestras vidas.
Hay muchas cábalas y tradiciones para despedir el año… Ropa interior al revés o amarilla; uvas o lentejas; maletas para viajar… en fin, hay supersticiones para todos los gustos y, aunque muchos digan que es una tontería, llegadas las 12 de la noche del último día del año, más de una persona salta con el pie derecho, aparece con maletas o se pone a subir y bajar escaleras como loco.
Sin embargo, lo que sí importa en esta recta final del año es entender que lo que no se hizo ya no se puede remediar, el tiempo ya pasó y no podemos devolvernos.
Así que los invito a pensar en lo que sí quieren para el nuevo año y lo que van a comenzar a hacer desde hoy para lograrlo.
En tiempos de prisas, la mente se vuelve lenta, la concentración se pierde y el foco se vuelve turbio. Por eso, es el momento para hacer un alto en el camino y revisar lo que hemos venido haciendo.
Quien logra ver sus errores y propone acciones para mejorar, está un paso adelante de quien se queda lamentando lo ocurrido.
El tiempo es propicio para pasar balance… hora de mirarnos y reconocer lo que pasa con nosotros.
Ese es el primer paso para cerrar el año y darle la bienvenida a 2018.