ARCHIVO - En esta imagen tomada de un video, publicado en el canal Razgruzka_Vagnera de Telegram el 21 de agosto de 2023, Yevgeny Prigozhin, propietario de la compañía militar Grupo Wagner, habla desde un lugar no revelado. (Canal Razgruzka_Vagnera de Telegram vía AP, archivo)
Cuando Yevgeny Prigozhin se rebeló contra el Kremlin, funcionarios occidentales pronosticaron que el presidente ruso Vladímir Putin buscaría vengarse del líder mercenario.
Dos meses después de dicha acción, que Putin calificó de “puñalada por la espalda” y “traición”, esos pronósticos parecen haberse concretado, de una forma implacable y amenazante.
Aunque las autoridades aún no confirman los fallecimientos de Prigozhin y sus principales lugartenientes del contratista militar privado Grupo Wagner en el choque de un avión el miércoles al noroeste de Moscú, el hecho generó un escalofrío inmediato entre los círculos oficiales rusos.
Incluso en medio de la incertidumbre, el mensaje es claro: cualquiera que se atreva a hacer enfadar al Kremlin perecerá.
Pero no obstante que el choque ayudó a restablecer una imagen de autoridad del Kremlin que había quedado muy afectada por el motín de Prigozhin, también sembró confusión y enojo entre los rusos de línea dura, tal vez presagiando otros desafíos a Putin en un momento en que la guerra en Ucrania ya suma 18 meses.
Muchos consideran que los sucesos son un indicio de una creciente debacle gubernamental.
“No es un Estado, no es Rusia. Es sólo una mafia extensa, de la cual un tentáculo está chocando con otros”, dijo Dmitry Oreshkin, profesor de la Universidad Libre en Riga, Letonia.
Aunque es improbable que las autoridades anuncien pronto cuál fue la causa del choque, el avión de Prigozhin fue visto desplomándose en medio de una enorme nube de humo, girando violentamente sobre sí mismo y sin un ala. Un testigo dijo que el jet “estalló en el aire” y “como que algo le fue arrancado en el aire”.
Algunos medios de comunicación rusos conjeturaron que fue derribado por medio de una bomba. Los simpatizantes de Prigozhin alegaron en sus canales de una app de mensajes que fue atacado con un sistema de defensa antiaérea, acusando abiertamente a las autoridades de asesinarlo. En ninguna de las acusaciones se mencionó evidencia.
Oreshkin dijo que el derribo de un jet privado parecía ser un mensaje fuerte para generar temor entre las élites rusas con el fin de que muestren sumisión.
“Esta es una acción demostrativa”, señaló. “Prigozhin podría haber sido envenenado silenciosamente y habría muerto de un ataque al corazón, al igual que muchos opositores a Putin o sus generales. Pero aparentemente estaba pensada para que sirviera como una muestra de que hay un control absoluto sobre la situación”.
Otros críticos del Kremlin han muerto por envenenamiento, en lo que la oposición rusa y Occidente describieron como asesinatos selectivos que tenían la bendición de Putin, pero no se sabía de ninguno que hubiera fallecido en un accidente aéreo.
Abbas Gallyamov, que solía escribir discursos para Putin, dijo que la omisión en un principio para castigar a Prigozhin había erosionado la autoridad de Putin, enviando “una invitación abierta a cualquier rebelde y amotinado potencial”.
Indicó que podrían haberse requerido dos meses para actuar porque Prigozhin estaba bien protegido por su equipo de seguridad y las agencias rusas de espionaje aguardaban la oportunidad correcta. “Podrían haber trabajado en ello durante largo tiempo y hasta ahora tuvieron la oportunidad”, señaló Gallyamov.
Aunque reconoció que aún no están claros todos los hechos, la ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, dijo que “todo el mundo ve de inmediato al Kremlin cuando un exconfidente de Putin caído en desgracia cae del cielo repentinamente, dos meses después de que intentó una rebelión”.
Funcionarios occidentales creían que Prigozhin tenía los días contados desde el motín, y hacen notar que Putin jamás perdonaría la humillación que recibió.
Para Putin “es mejor cobrar venganza después de que ha pasado cierto tiempo”, dijo el director de la CIA, William Burns, en julio, y describió al líder ruso como el “máximo apóstol del desquite”.
En las semanas que siguieron al motín, el jet de Prigozhin fue rastreado en sus vuelos entre las ciudades de San Petersburgo, Moscú y Bielorrusia, y el Grupo Wagner se había hecho más visible en África, una actividad frenética que derivó en conjeturas de que Putin consideraba que el líder mercenario de 62 años —que a lo largo de los años había obtenido lucrativos contratos del Kremlin— era demasiado valioso como para ser descartado rápidamente.
Esta semana, Prigozhin dio a conocer un video, presuntamente desde una ubicación desconocida en algún desierto, en el que afirmaba que Wagner estaba “haciendo a Rusia incluso más grande en todos los continentes, y a África aún más libre». Sus mercenarios han estado especialmente activos en varios países africanos, extendiendo la influencia de Rusia y enriqueciéndola con riquezas minerales.
Algunos medios de comunicación rusos alegaron que Prigozhin podría haber albergado esperanzas de convencer a Putin de que le confiara expandir esos proyectos, a pesar de que aparentemente el Ministerio de Defensa pretendía hacerse cargo de ellos. Otros hicieron notar que él podría haber violado el acuerdo con el Kremlin al intentar continuar sus actividades empresariales en Rusia y alardear acerca de sus hazañas en África en el video más reciente.
Alexander Baunov, del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, indicó que es una estrategia característica de los regímenes dictatoriales el “acercar más a un enemigo o traidor antes de su destrucción”, como suelen hacer los clanes criminales.
Oreshkin dijo que las autoridades podrían haber optado por usar el choque del avión para decapitar al Grupo Wagner y con ello prevenir cualquier amenaza que sus tenientes pudieran representar.
“Está claro que el sólo retirar a una persona es insuficiente; es necesario quitar a su gente clave, porque probablemente tenían un plan B en caso de perder a su jefe”, señaló. “Por lo tanto, la opción ideal es eliminarlos a todos juntos, que es de hecho lo que ocurrió”.
Entre los que habían sido incluidos en la lista de pasajeros del vuelo estaban Dmitry Utkin, ex oficial de inteligencia militar que dirigía las operaciones del Grupo Wagner, y Valery Chekalov, su jefe de seguridad.
Alexei Mukhin, experto político partidario del Kremlin, dijo que el choque le dio a Putin un “aura demoniaca que sus opositores no podrán ignorar”, e hizo notar que los enemigos del gobierno ruso en el extranjero se sentirán cada vez más inseguros.
Reportes surgidos esta semana señalaron que el general Serguéi Surovikin, que tenía vínculos con Prigozhin, fue cesado de su puesto de jefe de la fuerza aérea luego de lo que medios rusos dijeron era una investigación de dos meses sobre su posible relación con el motín, un indicio de que las autoridades estaban procediendo metódicamente en un intento por extirpar cualquier disidencia entre las filas militares.
Aunque ciertamente el choque del avión envió un mensaje de dureza, Oreshkin advirtió que podría tener resultados dispares, creando confusión entre los sectores de línea dura que admiraban el papel desempeñado por el Grupo Wagner en Ucrania y elogiaban las críticas que hizo Prigozhin a los altos mandos militares.
Roman Saponkov, un bloguero militar que había respaldado a Prigozhin, pronosticó que tendrá “consecuencias catastróficas”.
“Las personas que emitieron esa orden no comprenden los sentimientos en las fuerzas armadas”, señaló.
Algunos simpatizantes del Kremlin intentaron culpar a Ucrania del choque, sin ofrecer evidencia.
Serguéi Markov, un analista político partidario del gobierno ruso, alegó que las autoridades de Kiev estaban detrás de lo ocurrido con el fin de generar apoyo al Día de la Independencia del país, que se conmemora el jueves.
“Fue Ucrania la que mató a Prigozhin”, declaró Markov. “Prigozhin no era un problema para Putin”.
Pero el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy dijo que su país no tenía “nada que ver con esto. Todo el mundo entiende quién sí tiene que ver”.
El Grupo Wagner era uno de los elementos más capaces de las fuerzas rusas, pero ha dejado de desempeñar cualquier papel en Ucrania luego de que en mayo capturó el bastión oriental de Bájmut. Probablemente lo que reste de él será incorporado a las fuerzas armadas rusas y perderá gran parte de su capacidad.
“Era la unidad militar rusa con más capacidad en haber peleado en Ucrania”, señaló Gallyamov. “Es bastante obvio que ahora, después de que sea puesto bajo el control de la cúpula militar incompetente, el Grupo Wagner no se destacará entre los demás”.
Incluso si se confirma, la muerte de Prigozhin probablemente no tendrá un impacto inmediato en el campo de batalla, pero refleja crecientes pugnas internas en Rusia que podrían resultar en un mayor desaliento del público y a la larga debilitar la mano de Moscú en el conflicto.
Las expectativas iniciales de victoria en Ucrania dieron paso a creciente fatiga del público en Rusia, y “ahora empieza la fase de decepción, la cual durará algunos meses y parece ser irreversible”, dijo Oreshkin.