El caos económico deja a muchos venezolanos a oscuras

El caos económico deja a muchos venezolanos a oscuras

El caos económico deja a muchos venezolanos a oscuras

MARACAIBO, Venezuela.-El vecindario de Jennifer Naranjo en la ciudad portuaria de Maracaibo, Venezuela, lleva un mes a oscuras, una situación que la pone nerviosa. Está embarazada de ocho meses y se pasa las cálidas noches despierta, sin aire acondicionado, espantando a los mosquitos y preocupada por el futuro que tendrá su hija.

«Pienso en echar para adelante por mi bebé», dijo Naranjo, cuyo esposo se marchó del país en enero para buscar trabajo en Chile. «En Venezuela la situación cada día empeora».

Los apagones no son nada nuevo en las dos décadas de gobierno socialista en Venezuela. Pero ahora son cada vez más frecuentes y duraderos, mientras la economía de la nación de la OPEP alcanza su punto de quiebre por la hiperinflación, que hace que la comida y los medicamentos sean inaccesibles para muchos.   

El barrio de Naranjo, La Chinita, no tiene electricidad desde la explosión de un transformador a finales de marzo. Las autoridades prometieron repetidamente que las piezas necesarias para repararlo estarían al día siguiente. Pero por el momento no han llegado.

El vecindario, de cuatro manzanas, es un pequeño síntoma de un problema más generalizado que está causando malestar en gran parte de Venezuela, incluyendo en Maracaibo, una ciudad de 1,5 millones de habitantes que desde hace mucho tiempo exporta energía en forma de petróleo al resto del mundo.

El gobierno de Venezuela no publica cifras sobre los cortes de electricidad, pero la organización de derechos humanos Observatorio Venezolano de Conflictividad Social reportó que los apagones provocaron 325 protestas callejeras en todo el país en los tres primeros meses de 2018.

Maracaibo fue testigo del mayor número de protestas, dijo el director de la organización, Marco Ponce, incluyendo una en la que los residentes bloquearon una concurrida calle y un joven de 15 años murió por los disparos de un conductor que pasaba por la zona.

Un enorme apagón dejó a la mayor parte de Maracaibo a oscuras en Nochebuena, y desde entonces las autoridades han racionado la electricidad en la ciudad. Los cortes de luz programados pueden durar por lo menos 11 horas al día, sin contar los cortes no planeados.

Sin la ayuda de los aires acondicionados y con las temperaturas rondando los 35 grados (95 Fahrenheit) en abril, las familias abren las puertas y ventanas de sus casas para dejar entrar cualquier pequeña brisa, además de a los mosquitos. Naranjo, de 20 años, teme que la picadura de uno pueda infectarla a ella y a su hija, Pamela, con el virus del zika, que ha causado microcefalia a unos 70 bebés en la ciudad, según la ONG local My Miracle Foundation, que apoya a los afectados por esta enfermedad.

Sin luz ni electricidad, los residentes tampoco pueden cargar sus celulares ni prender los televisores, por lo que suelen pasar el tiempo charlando con los vecinos en la calle. Cocinan y comen a la luz de las velas, que son caras.

«Nosotros no podemos esperar», dijo Elsa de Suárez, una ama de casa de 58 años cuyo refrigerador sin vida no le permite evitar que la comida se eche a perder. «Es un emergencia».

Que Venezuela tenga una de las mayores reservas de combustibles fósiles debería hacerla inmune a una crisis de este tipo. Además cuenta con la represa Guri, uno de los proyectos hidroeléctricos más grandes del mundo y la piedra angular de una red que, aunque en su día fue la envidia de Latinoamérica, ahora está en mal estado.

Según los expertos, solo dos o tres de las 24 turbinas impulsadas por combustible de Maracaibo siguen funcionando tras años de negligencias, obteniendo apenas el 10% de su producción anterior. El resto de la energía procede de la dilapidada red nacional.



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