El Partido Revolucionario Moderno ha venido navengando contra sus pasos. Desde su raíz por el desprendimiento del Partido Revolucionario Dominicano venía siendo una organización antirreeleccionista, lo que fue asumido en vida de José Francisco Peña Gómez como una ideología.
Inclusive, el PRM levantó la bandera contra una posible reelección del expresidente Danilo Medina, aunque existía el peligro de la reforma de la Constitución.
Sin embargo, el PRM se ha montado en el carril del continuismo con el pretexto de que la Constitución está por encima de sus estatutos, lo que es real, y sobre la base de esta lógica ha modificado su reglamento interno para facilitar que Luis Abinader pueda optar por otro periodo en 2024, lo que define su panorama y lo libra de luchas internas que amenazarían su unidad en el futuro.
Sin Luis, ¿quién?
En el corto plazo en el PRM no hay otra figura que pueda garantizar la permanencia en el poder si el presidente Luis Abinader decide no aspirar de nuevo.
Pero, no todo está seguro de aquí hasta 2024, ya que hay un trayecto bien largo y tortuoso que recorrer y que se inicia a partir de enero.
El Gobierno y el PRM han navegado con el beneficio de la burbuja del Covid-19, lo que ha comenzado a disiparse, mientras la situación del país tenderá a definirse desde enero con el pronóstico de agravamiento de la situación económica por efectos de alzas en los fletes desde China y problemas internos que se agudizarán, unido todo a la confrontación política que habrá de activarse producto del posicionamiento de cada una de las fuerzas partidarias.
