La gestión de residuos sólidos en nuestro país enfrenta desafíos complejos que afectan tanto al medio ambiente como a la calidad de vida de sus habitantes.
Aunque el país cuenta con un marco legal sólido y mecanismos financieros como el Fideicomiso DO Sostenible, los problemas persisten debido a la fragmentación institucional, las limitaciones técnicas y la falta de una estrategia unificada. Ante esta realidad, surge la necesidad de replantear el enfoque hacia un modelo de gobernanza mixta que combine planificación centralizada con ejecución local.
El sistema actual, en el que los municipios tienen la responsabilidad exclusiva de gestionar los residuos, ha demostrado ser insuficiente para enfrentar el incremento constante en la generación de desechos.
Las diferencias económicas, geográficas y operativas entre las regiones del país hacen que muchos municipios carezcan de recursos para implementar soluciones efectivas. Esta fragmentación limita la eficacia de las políticas públicas y también agrava los problemas ambientales, sanitarios y sociales asociados con la acumulación de residuos.
Proponemos la creación de un organismo nacional rector encargado de coordinar, financiar y supervisar las estrategias de gestión de residuos en todo el país. Este ente centralizado actuaría como el brazo técnico y estratégico del gobierno, estableciendo lineamientos claros para la planificación, priorización y uso eficiente de los recursos.
Sin embargo, es esencial mantener la autonomía operativa de los municipios, permitiéndoles adaptar las estrategias nacionales a sus realidades locales.
Este modelo garantizaría un equilibrio entre la visión integral del desarrollo sostenible y las necesidades específicas de cada región.
Un organismo rector podría desempeñar un papel clave en la construcción de infraestructura compartida, como rellenos sanitarios y plantas de tratamiento regionales, optimizando los recursos y reduciendo costos operativos.
Además, serviría como plataforma para fomentar la cooperación intermunicipal, promoviendo acuerdos entre municipios vecinos para gestionar de forma conjunta la recolección, transporte y disposición final de residuos.
Este enfoque colaborativo además de aliviar la presión sobre los gobiernos locales, también incentivaría la innovación y la transferencia de buenas prácticas.
La centralización de ciertas funciones también permitiría implementar sistemas tecnológicos avanzados para monitorear y evaluar en tiempo real el manejo de los residuos.
Una plataforma digital nacional podría registrar datos sobre la generación, recolección y disposición de desechos, facilitando la transparencia, la rendición de cuentas y la toma de decisiones informadas.
Este uso de la tecnología sería esencial para identificar áreas críticas, medir el impacto de las políticas y ajustar las estrategias según las necesidades emergentes.
La participación comunitaria es otro pilar fundamental de esta propuesta. Aunque la planificación estratégica recaiga en un ente central, es crucial que las comunidades se involucren activamente en la ejecución de las soluciones.
La educación ambiental y las campañas de concienciación deben ser componentes centrales de cualquier estrategia, fomentando una cultura de reducción, reutilización y reciclaje entre los ciudadanos.
Al empoderar a las comunidades y alinear sus intereses con los objetivos nacionales, se incrementaría significativamente la efectividad y sostenibilidad de las políticas implementadas.
La propuesta de gobernanza mixta no sólo busca resolver los problemas actuales, sino también establecer un sistema resiliente capaz de adaptarse a los desafíos futuros.
Para lograrlo, es necesario un marco legal que facilite esta colaboración entre niveles de gobierno y garantice el financiamiento adecuado para la ejecución de las estrategias.
Asimismo, el compromiso político y la voluntad de todos los sectores involucrados son imprescindibles para superar las barreras existentes y avanzar hacia un modelo de gestión integral y sostenible.
La transformación de la gestión de residuos sólidos requiere una visión innovadora que combine planificación centralizada, ejecución descentralizada, cooperación regional y participación ciudadana.
Este enfoque equilibrado podría ser el catalizador de un cambio profundo y determinante en la manera en que manejamos los desechos, y lógicamente también en nuestra relación con el entorno y el desarrollo sostenible.
*Por Víctor Féliz Solano