El Consejo de Ministros del martes estaba pautado para iniciar puntualmente a las 7:00 p. m., pero los imprevistos no faltaron. Todo parecía transcurrir con normalidad hasta que los ministros de la Juventud, Carlos Valdez, y de Vivienda, Carlos Bonilla, llegaron pasados de hora.
En un intento por entrar, ambos se encontraron con una barrera inesperada: los guardias que custodiaban la puerta. Por más que insistieron, pidieron y hasta intentaron convencerlos con argumentos de última hora; los oficiales optaron por su empleo. La regla era clara: una vez iniciada la sesión, nadie más podía entrar.
Valdez y Bonilla intercambiaron miradas nerviosas, pero finalmente tuvieron que aceptar la situación.