A tres años de la pandemia del Covid-19 y más de un año del conflicto bélico Rusia-Ucrania, los bancos centrales han estado muy ocupados.

Son muchos los choques externos que han tenido que enfrentar en tan poco tiempo. De una política monetaria flexible, acomodaticia, a una restrictiva, y luego de regreso a una flexible.

Desde finales de noviembre del 2021 y todo el año 2022, la economía dominicana enfrentó una inflación alejada de su meta, por lo que el Banco Central tuvo que responder con fuerza, aumentando rápidamente su tasa de referencia o tasa de política monetaria.

Los dominicanos saben que la inflación afecta su poder de compra. Lo ven en el supermercado, cuando pagan el alquiler, cuando van a un restaurante, etc. Igualmente, saben que las tasas de interés son más altas, y lo ven en los costos más altos de los préstamos hipotecarios, préstamos personales, entre otros.

Recientemente el Banco Central colocó RD$119 mil millones de pesos para ser prestados a sectores económicos y hogares a una tasa de interés que no exceda el 9.0 %. El objetivo es abaratar el costo del dinero para estimular el crédito bancario y así impulsar la inversión y el consumo privado.

La inflación comienza a ceder, ahora toca concentrarse en el crecimiento económico y mantener un nivel de empleo consistente con la meta de crecimiento del PIB establecida para este año, que es 4.2 %.

Durante los primeros cuatro meses, la economía creció 1.2 %, en promedio. Los pronósticos de crecimiento para los meses de mayo y junio son de 1.3 % y 1.5 % respectivamente, por lo que el crecimiento promedio en los primeros seis meses será de 1.2 %. De manera que, para que la economía termine creciendo alrededor de su meta, tendrá que crecer en la segunda mitad del año en 7.2 % en promedio.

Tremendo reto para el Gobierno. No obstante, sabemos de la capacidad técnica del Banco Central y la consciencia que tienen sus autoridades en mantener una política monetaria que impulse un crecimiento económico aceptable en este año 2023.