El autor intelectual del crimen

El autor intelectual del crimen

El autor intelectual del crimen

Este artículo no es sobre la criminalidad organizada, sino sobre el sentido de la criminalidad, guiada por un sujeto, a quien se ve como el jefe y la autoridad máxima que ordena un crimen.

Los estudios acerca del autor intelectual de ciertos delitos lo tipifican como el “enemigo invisible”.

En esta relación los valores creados por los delincuentes pierden sentido, y el único bien es el que surge del capricho del “jefe”.

Hay criminales en los que locura y crimen se unen, pero estos son del tipo en que poder y crimen se vinculan. Se espera que sea un criminal reconocido, pero puede ser cualquiera que haya tenido un problema personal y fuerte con la potencial víctima. No encaja como alienado moral, como el tipo Eichmann, que fue un perfecto asesino, un ideólogo o un gran torturador de los campos nazis. Debemos reconocer al autor intelectual como un empresario*, con poder para mandar a matar. (*Así se indica en la jerga criminológica a la persona que manda a matar a otra).

Creo que lo conveniente es que se estudien, pues, las pautas de conducta de este personaje, en relación al ejecutor o ejecutores del hecho, quienes además corren todos los riesgos y peligros del crimen que va a perpetrarse.

ifícilmente puedan saber bien quién es el instigador, el planificador del crimen. Hay casos, en que se puede afirmar, que los autores intelectuales, nobeles en esa función, a veces por razones circunstanciales, no son criminales profesionales, sino hijos de las pasiones y por eso no investigan los efectos de los crímenes que se llevarán a cabo, ni tampoco los planifican, y quienes los hacen son los mismos delincuentes.

En el sicariato o criminalidad motorizada como se le llamó un tiempo, si este intento del hecho ha fallado, delatan al “intermediario” como el autor intelectual. Y no es así. Los autores intelectuales o empresarios, acuden a los intermediarios, y estos, a su vez, son los que contratan a los matones, la única parte visible de esa industria criminal. Nunca tuvieron información de su existencia.

Los que tienen condiciones mínimas de agresores no fungen como autores intelectuales, sino que ellos mismos realizan su propio trabajo. Esta idea ha sido corroborada por los prisioneros que relataron la ideología de esta forma de criminalidad; en cualquier cárcel del mundo los hay así, y cuentan sus hazañas.

En fin, si decimos saber quién es el autor intelectual es necesario que el problema se estudie en una circularidad compleja: el crimen se planea, se delibera y después, se ejecuta. La impunidad es la mayor victoria que espera el autor intelectual, el gran instigador, el causante, el que ha inventado todo. Después se corre el riesgo de que el autor intelectual espera volverse la víctima, por no poder probarle nada. Por suerte existen los contextos culturales colectivos de los agrupados a la violencia y a la criminalidad. El autor intelectual no detenta el conocimiento que la víctima posee y que este “desea arrancar para tener la seguridad que lo posee”. Es por eso, que en algún momento la suerte le cambia y este puede descubrirse.



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