Nueva vez enemigos del Estado de Israel producen un sorpresivo ataque contra la población israelí. Además del uso de cohetes, las milicias de Hamás incursionaron en el territorio de Israel asesinando y secuestrando a civiles niños, mujeres y hombres.
En una actividad artística en una ciudad cerca de la frontera con la Franja de Gaza esos milicianos mataron a más de 250 personas que participaban de un concierto, la mayoría de ellos jóvenes.
La reacción de Israel ha sido demoledora, como todo el mundo se imaginaba, poniendo más víctimas en la ecuación bélica desatada por Hamás. Pero lo que está en juego es su subsistencia como Estado.
Israel ha tenido que luchar por su supervivencia desde que fue fundado luego de la Segunda Guerra Mundial y le ha tocado mantenerse en un entorno hostil donde muchos de sus vecinos se han propuesto su destrucción.
El salvajismo mostrado por los milicianos de Hamás da una idea del peligro que ellos representan para Israel y su determinación de hacer daño sin importar que las víctimas sean civiles o militares, niños o adultos, hombres o mujeres.
Como si no bastara con los efectos globales de la guerra en Ucrania, este ataque de Hamás tendrá consecuencias negativas que se sentirán en todos los rincones del orbe.