El arco es un sistema constructivo que por su medio permite atravesar una pared. También es un elemento que contribuye a distribuir la carga, conduciendo el peso hacia el piso, mediante una fuerza oblicua denominada empuje. Este elemento atractivo por demás, ha sido usado desde los tiempos babilónicos y egipcios.
Con el tiempo su estilo ha variado, lo que nunca ha cambiado es el fin para el cual es utilizado.
Desde la fundación de la ciudad de Santo Domingo, este elemento arquitectónico, representó un importante papel, en las construcciones que se llevaron a cabo, para hacer de esta ciudad, la capital del nuevo mundo. Hoy en día podemos observar con respeto y admiración, como el arco desempeñó un papel estelar en el entretejido urbano, dotando de gracia y señorío a las mansiones que se levantaron en la época.
En la casa del virrey
Comenzando por el Alcázar, construido como morada del primer virrey de América, don Diego, el hijo del descubridor Cristóbal Colón.
La fachada de la edificación se encuentra adornada por una doble arcada, es decir, los arcos forman rítmicamente tanto el acceso a la edificación como al amplio vestíbulo que conduce a las habitaciones de la segunda planta. Se trata de arcos llamados de medio punto, apoyados en columnas que transmiten el peso a la parte baja de la edificación. Toda la fachada esta construida en piedra coralina.
Las arcadas no sólo adornan el palacio, sino que le otorgan majestuosa gracia. Esta doble arquería, se repite en la parte trasera de la edificación, la que mira a la ría del Ozama.
El mismo método se utilizó en las llamadas hoy en día Casas Reales, esta vez en el interior, mirando hacia los patios. Lo mismo sucedió en otras residencias palaciegas, como es el caso de la Casa de Tostado.
Esta tiene la particularidad de ostentar una ventana geminada, única en América, resultado de la asimilación del arte morisco al tradicional español.
Los arcos también se usaban en los vanos que permitían la ventilación y la penetración de la luz dentro de las habitaciones.
Esta ventana en particular, se compone de dos partes iguales divididas por una columna trabajada en mármol, el trabajo de la parte superior se asemeja a un encaje, hecho por canteros moros, traídos por Nicolás de Ovando, no tiene parangón en América.
Diversos estilos
Los aros se suceden en todas las edificaciones, la basílica menor de nuestra Señora de la Encarnación, posee diversos arcos, cada uno más bello que el otro.
No sólo sirven en su papel de aportar y derivar la carga, sino que demuestran la destreza artística y laboriosidad de los constructores de tan precioso templo.
Las hay de diversos estilos, apoyadas en columnas estriadas, adornadas con las volutas típicas del período isabelino, dando paso al interior del templo, luciendo su elegancia, sostenidas por piedras coralinas. También podemos observar una serie de arcadas en la entrada a las Atarazanas Reales, esta vez, construidas en ladrillo, pero sostenidas por columnas de piedra.
Para bóvedas
En interiores también se usó el arco para construir bóvedas y lugares para emplazar figuras de santos.
Ni que decir en las casas palaciegas que poseían patios, en los cuales los pasillos estaban adornados con arquerías.
La moda se prolongó y en el siglo XIX, más casas fueron adornadas con arquerías, ya estilo art nouveau. Llama mucho la atención una pequeña casa. Situada en la calle Arzobispo Portes.
Que ostenta en su fachada un arco de purísimo art noveau. Sin nos adentramos en las construcciones edificadas hace siglos, veremos arcos en donde quiera, dando paso a las habitaciones, al jardín u algún otro lado de la mansión.
En definitiva, podríamos decir que Santo Domingo, además de ser la primera capital de América, es la ciudad de las más bellas arcadas del continente.
En memoria de César Iván Feris Iglesias
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA