La celebración del Año Jubilar Altagraciano, anunciado por la Conferencia del Episcopado Dominicano para el día 15 de agosto, será en esta ocasión, verano del año 2022, una fiesta de cristianos católicos en un estadio de la capital.
Cuando fue concretada la coronación, hace cien años, el hecho alcanzó ribetes patrióticos y el lugar donde fue realizada —La Puerta del Conde— contribuyó a rodearla del simbolismo patriótico propio de este monumento, donde 78 años antes, en 1844, había tenido lugar la proclamación independentista del 27 de febrero.
No hay que olvidar la situación por la que pasaba el país bajo el gobierno de los infantes de la marina de los Estados Unidos desde el 29 de noviembre de 1916 y ocupado militarmente desde finales de abril.
El festejo que ahora anuncia la Iglesia Católica dominicana es más que una advocación, es la celebración de los cien años de un hecho que tuvo entonces un profundo impacto en el alma dominicana, hecha, como ahora, de gente de una tímida militancia religiosa, pero profundamente creyente, particularmente en la capacidad de auxilio de la Virgen de la Altagracia.
Para entonces habían sido derrotadas las guerrillas en el Este del país, donde hubo importantes focos de resistencia a la ocupación, pero se extendía un activo movimiento nacionalista y la espera de la gente sencilla por la salida de los marines. Esta parte de la población acompañó a la imagen en apoteosis de regreso a Higüey.
En el Este todavía es el 15 de agosto un día vinculado a la Virgen de la Altagracia, a la que tocó el liderazgo espiritual de una parte de la nación que siempre se resistió al gobierno extranjero, por una razón material, es cierto, pero también patriótica.
Más que una imagen, María es símbolo de conexión con el espíritu de libertad en la patria.