El Amor por la docencia

El Amor por la docencia

El Amor por la docencia

Daris Javier Cuevas, columnista en el periódico El Día.

Si partimos del criterio de que educar, orientar  y guiar son las tres palabras que mejor describen a un docente frente aquellos que tienen interés por el aprendizaje, el alumnado, entonces, podemos asumir que un docente es una persona que facilita el acceso al conocimiento en un grado superlativo.

Bajo tal premisa se puede afirmar que un docente es una persona que coloca la información delante de los que quieren aprender y, sobretodo, fijarse en ese conocimiento en su conciencia aprendan por si misma por lo que el docente se convierte en una ayuda fundamental.

Es en ese contexto que el ejercicio de ser docente sugiere de un fuerte conocimiento ya que este tiene una responsabilidad frente a la sociedad de ser agente multiplicador de transmitir un conocimiento irrefutable y de alta credibilidad. En la práctica, el alumnado se convierte en una extensión de los docentes, siendo el canal de transmisión que tiene la sociedad para empoderarse de los resultados generados por la ciencia y amplificada por las diferentes áreas del saber.

Pero resulta que el proceso enseñanza-aprendizaje se convierte en uno de los ejercicios profesionales más complejo y agotador que existe en la práctica. Y ha de ser así ya que el docente le asiste el tener que hablar sin detenerse con sentido y captar la atención de los alumnos e intentar que estos aprendan, piensen acerca de las informaciones que se les suministra, así como que puedan discernir y argumentar.

Es relevante destacar que para los docentes resulta fundamental el hecho de tener un alto nivel de comprensión metodológica sustanciosa acerca del funcionamiento del proceso de enseñanza-aprendizaje; y ser capaz de ocuparse de forma colaborativa, lograr habilidades tecnológicas y emplearlas de forma eficiente; así como desarrollar la capacidad de contribuir a delinear, liderar, dirigir y planificar entornos mucho más favorables a la comprensión. Pues las dimensiones de la docencia ha de estar acompañada de la didáctica, la organización de las ideas, el contexto cultural y la dimensión ética.

Por lo expuesto, se debe estar totalmente claro de que la enseñanza es una respuesta que se deriva claramente de lo que realiza el alumnado a cuyo servicio ha estar siempre la actividad docente. Se trata de que el alumnado está para aprender y al docente le corresponde el honrable rol de orientar, guiar y enseñar, a lo que nunca se debe renunciar.

En la actualidad. para lograr el desarrollo de una docencia eficaz resulta fundamental el uso de medios didácticos orientados a facilitar el aprendizaje del alumnado de manera efectiva. Para el docente resulta relevante utilizar diferentes y variados medios para lograr la enseñanza, como también es fundamental para el alumnado aprender a la utilización y medios para desarrollar su destreza de asimilar el conocimiento e información que se comparte en las aulas.

En los hombros de un docente descansa la responsabilidad de guiar a los alumnos que procuran formarse y lograr retribuir con el crecimiento integral y ser útil a la sociedad, lo cual ha de ser una combinación del esfuerzo que realice el docente en transmitir sus conocimientos ante el alumnado y la educación y valores que le proporcionan sus progenitores. Por tales razones, es de gran utilidad conocer la realidad más cercana al alumnado y desarrollar una enseñanza activa que permita al alumnado reconocer de forma sería el ambiente que le envuelve.

A raíz de la inesperada pandemia que arrodilló al mundo, el desarrollo de la educación fue interrumpida durante esa etapa, obligando a buscar alternativas que llevaron a migrar hacia la modalidad virtual, online o en línea, sin importar las ventajas y desventajas. Tal situación obligó a los docentes a reinventarse y así llegar con múltiples habilidades educativas hacia los alumnos; al tiempo que estos concibieron la importancia de esa modalidad, el rol y la responsabilidad que han de asumir en el proceso de enseñanza y aprendizaje, así como el papel central del docente.

Bajo los criterios expuestos, hay que reconocer que la educación virtual encarna una nueva modalidad para el desarrollo de programas de formación, cuyo escenario en el proceso de enseñanza y aprendizaje, es el uso de la herramienta del internet o el ciberespacio; facilitando de manera permanente la comunicación entre los docentes  y el alumnado. Sin lugar a dudas, estos criterios permiten analizar que la educación virtual representa la emergencia de un nuevo paradigma educativo, pero su permanencia requiere replanteamientos con argumentos pedagógicamente sostenibles y efectivos que siga siendo útil y de calidad.



Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD

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