El alzhéimer, una enfermedad neurodegenerativa que se gesta treinta años antes

El alzhéimer, una enfermedad neurodegenerativa que se gesta treinta años antes

El alzhéimer, una enfermedad neurodegenerativa que se gesta treinta años antes

“Nuestro cerebro tiene que aprender a envejecer de manera saludable”, sentencia el doctor Guillermo García Ribas, neurólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y uno de los coordinadores del proyecto kNOW Alzheimer.

El deseo de este neurólogo, “Incrementar el conocimiento de la enfermedad y apoyar a pacientes, cuidadores y familias para que vean que no están solos y que mucha gente intentamos hacer lo posible por controlarlo”.

Prevenir cada vez antes

Los 35 es la edad que apunta el doctor García Ribas como punto de partida para cuidar mente y cuerpo. “De nada vale cuidarse cuando uno está jubilado”, remarca.

Se ha demostrado que las enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, colesterol, diabetes, obesidad o sedentarismo en edades muy tempranas, en adultos jóvenes, van a impactar veinte años más tarde, según el neurólogo.

Una de las novedades en el diagnóstico del alzhéimer, que García Ribas define como “perdida silenciosa de neuronas”, es que su gestación es muy lenta y tiene una duración de hasta tres décadas, antes de ser diagnosticada, en contra de lo que se pensaba hasta hace poco.

“La buena noticia (con este descubrimiento) es que tenemos mucho tiempo para modificar factores; pero la mala es que hay que ponerse las pilas pronto y la implantación de hábitos saludables en la población es muy difícil”, reconoce el coordinador de kNOW Alzheimer.

Una década sin novedades farmacológicas

“Sabemos que el alzhéimer es el daño de unas proteínas que tenemos desde que nacemos, qué las hace cambiar de estructura y conformación; es lo que no conocemos”, explica el doctor García Ribas.

Las manos de una persona mayor teclean una vieja máquina de escribir. Efesalud.com
Las manos de una persona mayor teclean una vieja máquina de escribir. EFE/Sashenka Gutiérrez

La dificultad para encontrar respuestas de su origen y con ellas tratamientos nuevos para combatirlos empieza por el hecho de que el cerebro solo puede estudiarse de forma íntegra y sin causar daños cuando el individuo ha fallecido.

Sin embargo, una de las últimas novedades es la posibilidad de visualizar en vivo algunos de los agregados de proteinas que se producen en esta enfermedad, apunta este neurólogo.

Mientras que en algunos aspectos del alzhéimer hay avances, en otros parece estar la investigación algo atascada. “En el campo de los tratamientos andamos muy cojos”, reconoce el doctor, y explica que en la actualidad se investigan diez nuevos fármacos para el tratamiento de esta enfermedad.

“Desde hace diez años no hay ningún tratamiento nuevo, se han investigado unos 240 fármacos en estos últimos diez años y ninguno ha superado las pruebas para que se pudiera comercializar”, apunta García Ribas.

A pesar de esto, el especialista anima a seguir luchando y a no perder la esperanza, “nadie ha dicho que esto fuera fácil, hay que seguir probando”.

La polémica del «contagio» de la enfermedad

La enfermedad de Alzheimer es una de las prioridades de la investigación a nivel mundial. Su complejidad y la necesidad de encontrar respuestas definitivas hacen que cualquier estudio o información asociada a alguno de sus aspectos se vuelva de interés mediático.

Hace unos días, algunas noticias llevaron por titular “El alzhéimer se contagia” o “El alzhéimer podría transmitirse”a raíz de un artículo de la revista Nature. ¿Es esto cierto? El doctor García Ribas nos lo explica, pero primero aclara los conceptos “contagio” y “transmisión”:

“En el contagio algo que pasa de un cuerpo a otro por medio de un agente infeccioso, por ejemplo, un mosquito o gotas de mocos que contagian la gripe; en la transmisión, el tejido de un organismo vivo entra en contacto con uno de otro organismo vivo y se enferma si el primero lo estaba, el ejemplo más común es el sida con una transfusión sanguínea, la sangre es el tejido que transmite enfermedad”.

La investigación que publica Nature explica que ocho personas que murieron de Creutzfeldt-Jakob (la enfermedad de las vacas locas) presentaban un número anormalmente elevado de una proteína también anormalmente elevada en el alzhéimer: la amiloide.

Estas personas, en los años setenta padecían enanismo hipofisiario, y como no existían hormonas del crecimiento como se conocen en la actualidad, se extraía la hipófisis del cerebro, donde está la hormona del crecimiento, de cadáveres y se inyectaba a estos pacientes.

Tres árboles que semejan tres cabezas donde se pierde parte del cerebro progresivamente en alusión al alzhéimer. Efesalud.com
Imagen cedida por el Grupo Quirón alusiva a la enfermedad de Alzheimer

En el artículo, aclara García Ribas, no se menciona en ningún momento la palabra alzhéimer, pero al referirse a la proteína amiloide, una de las principales afectadas en esta enfermedad neurodegenerativa, muchos hicieron la relación.

Por su parte, la Sociedad Española de Neurología (SEN) emitió un comunicado para desmentir que la enfermedad de Alzhéimer es contagiosa, como se llegó a decir a raíz del artículo de Nature.

«La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob es una enfermedad tremendamente rara y muy diferente a la Enfermedad de Alzheimer», «Los pacientes desarrollaron una demencia asociada a su enfermedad priónica, no una enfermedad de Alzheimer» ó «Titulares que se han generado a raíz de la maltinterpretación de este estudio pueden generar mucho temor entre pacientes y familiares» son algunas de las afirmaciones del comunicado de la SEN.

A nivel científico, este artículo es importante porque “una de las hipótesis de trabajo que plantea es que un cerebro debilitado por una enfermedad puede adquirir otra enfermedad neurodegenerativa”, señala el neurólogo del Hospital Ramón y Cajal, si bien insiste en que hay más proteínas que se alteran en el alzhéimer, no solo la amiloide.

Para que la población no especializada entienda este fenómeno, García Ribas lo compara con la proteína de la clara de un huevo. Al romper el huevo, la clara puede ser soluble, pero si se calienta, la proteína se vuelve blanca y es insoluble, cambia su composición.

“Así pasa con el Alzhéimer: una proteína determinada cambia de conformación, estructuralmente es distinta y empieza a producir alteraciones en el cerebro. En el caso del huevo sabemos que es el calor, pero en el caso de los humanos no se sabe aún”.

Encontrar la respuesta despejará la incógnita de una enfermedad que afecta a 800.000 personas en España. Pacientes que olvidan hasta quiénes son y familiares y cuidadores que se entregan en cuerpo y alma por recordarles cada día que ellos están ahí hasta el final.



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