Creo no equivocarme si digo que todos mis amables lectores que pasan de los 50 años, y muchos otros por debajo de esa edad, sonreirán automáticamente con solo recordar ese nombre tan familiar: el Almanaque de Bristol.
Yo no pude aguantar la nostálgica emoción que sentí cuando recibí el invaluable obsequio de nueve ejemplares del famoso almanaque color mamey que cumple, con esta entrega, 178 años de publicación continua, siempre con la misma portada, en la cual lo único que varía es el año. Gracias al ingeniero Raúl Hernández Castaños, presidente de la Farmacia/Librería Brasil, por el regalo.
Para los más jóvenes debo decir que desde la época de sus padres o de sus abuelos, este almanaque en forma de librito o pequeña revista se publica en español, especialmente para los países hispanoamericanos, por la firma farmacéutica Lamman & Barclay, de New Jersey, Estados Unidos.
Aunque obedece a un interés comercial, el Almanaque de Bristol ha sido por años una certera guía con datos útiles sobre asuntos tan variados como los eclipses, la pesca, las fiestas móviles, el santoral, el horóscopo, las salidas y puestas del Sol y la Luna, las estaciones, las mareas y otras curiosidades.
Lo que muchos no saben es que una buena cantidad de personas deben sus nombres a éste almanaque, pues era usanza común e invariable bautizar a los niños con el nombre que traía el almanaque para esa fecha.
¡Bienvenido seas, Almanaque de Bristol, por los buenos recuerdos que nos traes!