El alivio de soltar el control y confiar con sabiduría

El alivio de soltar el control y confiar con sabiduría no es una rendición pasiva, sino un acto profundo de libertad interior.
A veces, la vida nos enseña que dejar de forzar el rumbo puede ser el primer paso hacia la verdadera dirección. Así lo revela esta antigua historia, que ilustra con sencillez lo que tantas veces nos cuesta entender: Un caballo que no quería soltar la rienda.
Cuenta una antigua historia sufí que un joven aprendiz intentaba domar un caballo salvaje. Día tras día luchaba por someterlo, pero mientras más fuerza aplicaba, más se resistía el animal. Un anciano maestro, al observar la escena, le dijo:
—Muchacho, el problema no es el caballo… es que insistes en llevar tú las riendas.
—¿Y quién debe llevarlas entonces? —respondió el joven, desconcertado.
—El mismo caballo. Su instinto sabe lo que tú temes: rendirse no es perder el rumbo, es dejar de forzarlo.
El muchacho soltó la cuerda, el animal resopló, y sin necesidad de pelea, empezó a andar… justo en la dirección correcta.
¿Y si la vida funcionara igual? ¿Y si esa necesidad agónica de control no fuera más que un miedo disfrazado? ¿Y si aprender a confiar fuera el principio de la verdadera libertad?
¿Qué significa la soberanía de Dios?
La soberanía de Dios es la convicción de que existe un poder supremo —sabio, justo y amoroso— que gobierna sobre todo lo creado.
No se trata de un control tiránico ni de un destino ciego, sino de una dirección providente y personal: un Dios que ve lo que no vemos, que ordena lo que no entendemos, y que sostiene el universo sin perder de vista una sola lágrima humana.
En palabras teológicas, Dios no solo conoce el futuro: lo contiene, lo permite o lo redime. Su soberanía no anula nuestra libertad, pero sí trasciende nuestros límites.
Aceptarla no significa resignación, sino descanso. No es dejar de actuar, sino dejar de cargar con lo que no nos corresponde.
Y cuando el alma lo comprende, algo dentro se desinfla… y por fin respira.
La psicología del control: cuando soltar sana
Julian Rotter, psicólogo social, introdujo en 1954 el concepto de locus de control, que describe cómo las personas interpretan la causa de los eventos en sus vidas.
Quienes tienen un locus interno creen que todo depende de ellos; quienes tienen un locus externo sienten que fuerzas externas determinan su destino.
Hoy se sabe que el equilibrio es más sano: actuar con responsabilidad, pero aceptar lo que escapa a nuestro dominio.
Estudios como el de Joelle Proulx (2017, Journal of Health Psychology) demuestran que las personas con espiritualidad activa —aquellos que creen en una voluntad superior que obra con propósito— manejan mejor la incertidumbre, experimentan menos ansiedad y mayor bienestar emocional.
La psicología lo llama aceptación. La fe lo llama rendición. Y ambas, bien vividas, conducen a la paz.
Neurociencia: el precio de querer ser dios
El cerebro humano sufre cuando intenta controlar lo que no puede. La incertidumbre constante activa la amígdala —el centro del miedo— y eleva el cortisol, la hormona del estrés.
Bruce McEwen, en sus estudios sobre el allostatic load (2006), explicó cómo esta sobrecarga afecta el cuerpo y la mente, debilitando incluso el sistema inmunológico.
Pero al confiar en una soberanía superior, el sistema nervioso se regula.
Estudios neurológicos (Newberg & Waldman, How God Changes Your Brain, 2009) muestran que la oración contemplativa y la confianza en Dios activan zonas del cerebro asociadas con la calma, la empatía y la percepción del sentido de vida.
Es decir, rendirse no solo es sabio: es neuroprotector.
Sabiduría eterna: de Epicteto a Salomón
Epicteto, filósofo estoico, escribió: “Hay cosas que dependen de nosotros y cosas que no. La sabiduría consiste en reconocer esa diferencia.”
Y mucho antes que él, el sabio Salomón dejó escrito: “Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas.” (Proverbios 3:5-6)
Ambos nos dicen lo mismo: tú no eres el centro del universo. Y eso no es una tragedia, es una bendición.
La felicidad de no ser el centro
El joven de la historia soltó la cuerda. No para rendirse, sino para permitir que el caballo siguiera su curso con sabiduría. Así también, el alma humana descubre verdadera paz cuando acepta que no todo depende de su esfuerzo.
La soberanía de Dios no anula nuestra libertad, pero nos libera de la carga de jugar a ser Dios.
Soltar no es perder.
Confiar no es debilidad.
Y reconocer a Dios como soberano no es resignarse, sino descansar en un amor que no falla.
Porque cuando ya no te aferras al control, es entonces cuando descubres que nunca estuviste solo… solo estabas sujetando la cuerda equivocada.
Serie:
Descansar en el Infinito – Cómo la comprensión de la soberanía de Dios nos permite vivir más felices
Les invitamos a leer: Diseña tu vida con propósito: El mapa de una existencia con sentido
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Yovanny Medrano
Ingeniero Agronomo, Teologo, Pastor, Consejero Familiar, Comunicador Conferencista, Escritor de los Libros: De Tal Palo Tal Astilla, y Aprendiendo a Ser Feliz