El aguacate, un guardián fronterizo

El aguacate, un guardián fronterizo

El aguacate, un guardián fronterizo

Vista aérea de la plantación de 70 mil tareas sembradas de aguacate y con 300 kilómetros de caminos de acceso.

EL CALIMETE, ELÍAS PIÑA.-Veinte kilómetros de la frontera con Haití son cuidados por más de un millón de árboles que producen aguacates que llenan las góndolas de grandes comercios en Estados Unidos, como son las cadenas de supermercados mundialmente famosas Walmart y Bj’s.

La finca de unas 70 mil tareas, en la comunidad conocida como El Calimente de la provincia Elías Piña, forma parte de un proyecto que en conjunto incluye otras 30 mil tareas en San José de Ocoa.

La finca de aguacates de Manuel Castillo Pimentel se ha consolidado como el principal empleador de toda la línea fronteriza, con unos 1,600 empleos directos, lo que a su vez ayuda a que estas personas, haitianos y dominicanos, permanezcan en la zona.

Manuel Castillo junto a sus hijos Antonio y Manuel de Jesús.

Manuel Castillo junto a sus hijos Antonio y Manuel de Jesús.

Castillo Pimentel conoce cada centímetro de las fincas de El Calimete o las de su natal Ocoa y sabe cuándo o bajo qué técnica se sembró cada rincón de los árboles.

El proceso de producción de aguacate se inicia en los viveros de San José de Ocoa, donde unas 300 personas trabajan en las diversas fases. Empiezan con sembrar las semillas de aguacates criollos para que germinen y cuando empieza a salir las plántulas entonces les hacen el injerto para el aguacate tipo “hass”, que es el más atractivo para el segmento del mercado norteamericano al que le venden sus productos.

Su decisión de producir esa variedad no fue fruto de un estudio de mercado, sino que luego de probar con unas doce variedades esta logró adaptarse mejor al ambiente.

El vivero de Macapi (Manuel Castillo Pimentel) tiene capacidad para producir unas 300 mil plantas, que suelen sembrar en la finca de Elías Piña. Castillo Pimentel señala que venden todos los aguacates que producen, por lo que cada nueva planta se convierte en un potencial para ampliar sus mercados.

El proyecto también tiene un gran acento familiar. Sus hijos, varones y hembras, se han integrado a los diversos aspectos de la empresa. Se encargan del mercadeo, la producción y la responsabilidad social empresarial.

Los empleados también sienten que la producción de aguacate forma parte del quehacer familiar.

Tal es el caso de John Manolín, que trabaja en el vivero haciendo injertos. De sus 49 años de edad, tiene 20 en este oficio. Esta parte del proceso está en Ocoa, pero la otra parte del milagro de los aguacates se produce en unas tierras de Elías Piñas en la que parecía no se podía producir más que miseria y polvo.

El clima en El Calimete se asemeja al de Constanza y las cosechas se registran hasta a 1,700 metros de altura, justo en la línea fronteriza con Haití.

Habilitar la zona no ha sido fácil y ha requerido una inversión tesonera. En la finca también se respira autogestión. Macapi ha abierto cerca de 300 kilómetros lineales de caminos con sus propios recursos y hasta han tenido que reparar parte de la carretera Internacional, sin aportes del Estado.

Castillo Pimentel señala que un proyecto de gran magnitud, como el que él lidera, no puede depender de la intervención del Estado, porque entonces se retrasaría su desarrollo.

Y es que cada compromiso que asume con un cliente debe cumplir, sin importar la magnitud para poder ganarse la confianza.

Cuenta que cuando empezó debió instalar una planta en México para no dejar de atender la demanda de sus clientes.

“Esa fue una de las decisiones más importantes para lograr tener el mercado que hoy tenemos, ya que así podíamos atender nuestro mercado”, indicó. Señaló que esas grandes cadenas de supermercados o distribuidores de productos son muy exigentes con el cumplimiento de los tiempos y la calidad del producto.



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