El agua vale más que el oro

Puede parecer una contradicción, pero las riquezas minerales, lejos de impulsar hacia la prosperidad a los países que las poseen, son más bien una cadena que los ata a la miseria.
Miremos el ejemplo de muchos países de África que tienen oro, diamantes, petróleo y más, y sólo brilla en ellos la desigualdad y la pobreza. Así también pasa en nuestro continente, donde países ricos en minerales sólo han podido salir de la pobreza cuando han diversificado su economía.
Es importante pensar en esto, hoy que la minería extractivista busca extender sus tentáculos, amenazando nuestros recursos naturales, en especial el agua. Tanto por la gran cantidad que requieren sus operaciones, como por la destrucción de los bosques que la producen, así como por la contaminación que amenaza nuestras fuentes.
El impacto de la minería metálica en nuestra economía está muy lejos de las cifras fabulosas que algunos “promotores” señalan. En el 2024 el Gobierno recaudó 12 mil millones de pesos de la minería. Parecería mucho, ¿cierto?… Pero, si lo comparamos con el presupuesto nacional de ese año, de un millón 372 mil millones de pesos, nos damos cuenta de que la minería aportó menos de 0.87 %.
Recordemos la colonización, donde los europeos llegaron con tantas ansias de riquezas que no les importó extinguir poblaciones enteras. A pesar de que han pasado más de quinientos años sigue habiendo personas con mentalidad similar.
Fortalezcamos nuestra industria, nuestro turismo y, sobre todo, nuestra agricultura. Ahí está nuestro presente y nuestro futuro. Las ambiciones de unos pocos no pueden estar por encima del bienestar de un país.
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