Cualquier evento atmosférico que causa decenas de muertos es sin dudas una gran tragedia. A mi me extrañó que, pese a que el director del Centro de Operaciones de Emergencia (COE), general Juan Manuel Méndez, se desgañitaba desde mediados de la semana pasada advirtiendo que venía mucha agua y que el Ayuntamiento del Distrito Nacional limpió imbornales y cañadas, otras instancias oficiales al parecer no estuvieron igual de alertas. Se han registrado récords de pluviometría.

En Arroyo Hondo viejo sólo el sábado cayeron 431 milímetros de lluvia, casi un 30 % más de lo estimado. Quizás nadie podía prever la repetición en similar fecha del año pasado de este fatal diluvio, pero las realidades del innegable cambio climático exigen mejores previsiones.

Indudablemente la oposición dirá como de costumbre que el gobierno posee mayor responsabilidad que la razonable que pueda imputársele, politizando el meteoro con una insensible muestra de falta de empatía con las víctimas de tantas tragedias.

Sin embargo, tampoco puede alegarse sorpresa, pues hasta la BBC pasó varios días advirtiendo lo que venía. El agua sigue y ojalá podamos evitar mayores desgracias, Dios mediante.