Ver y leer el acontecer noticioso en nuestro país y fuera del mismo nos desalienta, tal parece que no tenemos seguridad en ningún lado: Ni en la calle, ni en el trabajo, ni en un restaurante, cine o salón de belleza, ni en nuestra propia casa. De igual manera podemos estar en salud y de pronto llega un virus de los tanto que circundan u otra cosa y nos cambia la vida.
Suena triste pero es la realidad. Entonces mis pensamientos se dirigen a Dios y sonrió agradecida y es que a quien iré sino a Él por ser mi alto refugio y por enseñarme que mi mayor tesoro es, cada día al amanecer, depositar mi vida y la de los míos en sus poderosas manos.
Agradecer es la palabra clave y poco usada en cuanto a nuestro creador se refiere. Ver el sol cada día nos parece tan normal, pues siempre aparece al nacer el día, sino en una región está en otra y como si fuera poco, nos regala un escenario espectacular al atardecer, pero no aquilatamos en su justa medida su aparición y lo que esto significa para el equilibrio en el ecosistema y mucho menos damos gracias al que en su inmenso poderío y sabiduría lo creó para nosotros.
Jesús conocía el corazón del hombre y en todo momento quiso enseñarnos acerca de la importancia de agradar a Dios, pero caramba cuan necios somos. En el libro de Lucas encontramos un pasaje donde Jesús sana a 10 leprosos y dice así: ¨Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: !!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado¨.
Solo uno se devuelve para postrarse ante sus pies agradecido. Esto mismo pasa con nosotros, tenemos la misericordia de Dios en cada detalle, realizada con amor y no la agradecemos. Cada día vivido y en paz es una victoria, pero lo pasamos por alto y no le damos el mérito al que lo hace posible.
He visto personas ser sanadas y muchas veces prefieren decir que el pronóstico era errado antes que dar la gloria a Dios por eso. Otras veces he visto personas pedirle a Dios resolver problemas grandes y Dios ha utilizado medios seculares para dicha solución y al ser solucionados no se acuerdan que fue el Señor quien abrió puertas…acuden a cualquier otra excusa antes que darle la gloria a Dios.
El Señor ama el corazón agradecido, y solo un alma humilde sabe gratificar. Jesús en nuestro modelo, él nos insta a ser agradecidos.
Nunca olvidemos que fue Dios quien creó este mundo y nos creó…aunque muchos lo quieran obviar.